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Mantengamos la estabilidad, a toda costa

En medio de los lóbregos vaticinios sobre el declive de las economías latinoamericanas para este año y el 2019, la de República Dominicana figura entre las que tendrá un crecimiento mayor dentro del conjunto del área caribeña, región que registrará índices de 3.7% y 3.5% en esos años.

Las incertidumbres y turbulencias que influyen para que las llamadas grandes economías de nuestra América sufran los efectos de la desaceleración y la inflación, con sus consiguientes malestares sociales internos y pérdida de competitividad, contrastan con el panorama de estabilidad de que disfruta nuestro país, cuya economía cerrará este año en 5.7%.

Y ahora se conoce que hemos escalado de la posición 104 a la 82 en el Índice Global de Competitividad, que es el que mide las capacidades de un país para proveer prosperidad a sus ciudadanos.

Estos logros y realidades, al fin y al cabo, nos diferencian del ambiente de deterioro que presentan otras economías de la región, en países vapuleados por las protestas, por reajustes de gasto público y el crecimiento de sus deudas, agravando sus posibilidades de salir a flote en corto término.

Mirémonos en esos espejos y no permitamos que los niveles alcanzados en el marco de la estabilidad y el crecimiento económico sean malogrados o puestos en riesgo de declive por causa de desacuerdos políticos o añagazas callejeras que paralizan las actividades productivas y el libre tránsito, o por conflictos y huelgas que, como en el caso de Haití, parecen tenerlo a los pies de un volcán en erupción.

Ni el gobierno ni las organizaciones de la sociedad civil deben permitir que ninguna circunstancia pueda afectar los flujos de inversiones extranjeras y del turismo, debilitar el clima de paz social o el orden público o resquebrajar cualquiera de los pilares que sustentan el crecimiento y la estabilidad de nuestra economía.

Esa estabilidad debemos mantenerla a toda costa, para no tener que pasar por los desagradables escenarios de perturbaciones, contracciones y turbulencias que lamentablemente padecen hoy muchos de nuestros países amigos o vecinos del Hemisferio.

Ese tiene que ser el compromiso nacional, por encima de nuestras discrepancias o ambiciones.

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