No había razón para graduarlos

Desde hace años se sabe que es muy ínfimo el número de bachilleres que, en honor a la verdad, pasan satisfactoriamente todas las pruebas requeridas para graduarse como tales.

La gran masa que llega a las puertas de las universidades, pero especialmente a la Autónoma de Santo Domingo (UASD), acusa profundas deficiencias de aprendizaje que sus maestros, al parecer, no detectaron o se hicieron los desentendidos.

Si van a universidades privadas y toman exámenes de admisión, muchos se “quemarían”, no tanto así si van a la UASD, que al ser universidad pública no pone trabas a su ingreso.

Pero la UASD afronta un serio problema para costear el proceso de “remediación” de esos bachilleres deficientes, ya que tiene que valerse de profesores para dedicarlos preferentemente a repetir las materias básicas, como si se tratara en los hechos de un “bachillerato paralelo”.

Solo en este programa de “remediación” o de recauchado, gasta la UASD el 30 por ciento de su presupuesto. Es decir, la UASD asume un costo en este proceso de un año. Y resulta que, al final del período, muchos terminan desertando porque no dieron la talla.

Estamos frente a una cadena de imperfecciones, de “productos defectuosos” que salen de las aulas de la enseñanza básica, cuando jamás el sistema debió graduarlos.

Es casi seguro que llegaron con deficiencias desde los niveles anteriores, y que arrastraron sus incompetencias hasta los niveles ulteriores de la academia, sin que la sociedad tenga las garantías de que muchos de ellos, ya investidos, merezcan llamarse profesionales de verdad.

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