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Opinión

La hookah, ¿hasta cuándo?

Dos veces ha perimido en el Senado el proyecto de ley que prohibiría el uso de la hookah o pipa de agua, un dispositivo que está causando amplia adicción entre los jóvenes, pero al mismo tiempo una escalada de los casos de severas afecciones pulmonares entre ellos.

Ha cobrado tanta fuerza el uso de esta pipa de agua, a la que muchos le adhieren sustancias narcóticas, que ya se han producido varias muertes por tal causa.

Los especialistas en enfermedades respiratorias afirman que la hookah es tan dañina como el fumar cigarrillos, sean naturales o electrónicos. Más que eso, indican que el estar en un sitio donde se fume hookah una hora, equivale a fumarse 100 cigarrillos.

Inhalar las sustancias que se le echan a este dispositivo es exponerse a consecuencias nocivas, entre ellas, alta presión arterial, una distorsionada frecuencia cardiaca... y la muerte.

Pese a todas las evidencias que marcan la peligrosidad de la hookah, los senadores han dejado perimir el proyecto que, en dos ocasiones, les ha enviado aprobado la Cámara de Diputados. Ayer, por tercera vez, los diputados volvieron a aprobarla en primera lectura.

Una legislación como esta, sin duda alguna, encuentra mucha resistencia entre propietarios de bares, discotecas o salas en las que se ofrece el servicio de la hookah a los usuarios a precios respetables, ya que resultan más rentables que la venta de bebidas alcohólicas o cualquier otra oferta.

Pero más allá de los intereses pecuniarios de los dueños o arrendadores de estos dispositivos, lo que importa es la salud y la vida de nuestros jóvenes, y es preciso, por tanto, imponer regulaciones concretas para desalentar su adicción y para contener la velocidad de contagio que está alcanzando gradualmente en nuestra sociedad.

El Senado tendrá ante sí el reto de demostrar ahora que apuesta por la salud y la vida y no por los intereses de los “hookehros”.

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