Hundiendo el escalpelo, más y más
Las pesquisas que se realizan para esclarecer la desaparición de la niña Carla Massiel Cabrera, ocurrida hace un año, están mostrando su envergadura de rango con las últimas operaciones llevadas a cabo por las autoridades del ministerio público al disponer el cierre de tres clínicas privadas de la zona oriental de esta capital.
Se ha manejado la hipótesis de que unos restos humanos, a los que les extrajeron sus órganos, son los de la malograda niña, ya que sobre el cráneo fueron halladas las ropas que ella vestía el día de su desaparición. El lugar de la sepultura fue dado a conocer a las autoridades por uno de los dos imputados en el secuestro.
Ese imputado, quien personalmente condujo a las autoridades al sitio donde se encontró el cadáver, ha dicho públicamente que en el crimen medió un “asunto de órganos”.
En la medida en que las autoridades han profundizado sus indagatorias, yendo inclusive en tres ocasiones al lugar de la sepultura para reunir evidencias, han ido topándose con una madeja de pistas que lo tornan “bastante complejo”, lo que quiere decir que trasciende más allá de un desventurado o accidental episodio de muerte.
Que no se trataba del rapto de una menor para fines de violación sexual, como podría colegirse partiendo del hecho de que ese imputado está en prisión originalmente por un caso de violación de dos niñas y no propiamente por la desaparición de Carla Massiel.
Que la circunstancia de que el cadáver presentase indicios de extracción de órganos es la que empuja a las autoridades a escudriñar más profundamente en esa posibilidad, que no se puede descartar así por así como si fuese un acto imposible ya que en el mundo se conocen innumerables casos de este tipo, con fines comerciales o para ritos satánicos.
Dada la complejidad que envuelve el caso Carla, hay que deducir que las accciones tomadas por el ministerio público están soportadas en indicios inequívocos y contundentes y que su propósito es abarcar en cuanto se pueda todo el campo de las evidencias para establecer, definitivamente, a quién pertenecen los restos y adonde fueron a parar sus órganos.
No cabría en cabeza de nadie que las autoridades han actuado de modo caprichoso o errático empujadas por rumores o fantasías. El hermetismo con que han manejado este caso confirma, verdaderamente, su nivel de complejidad.
El escalpelo de la investigación tiene que llegar a lo más profundo, al núcleo de la verdad, pase lo que pase.