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Haití: ¿de quién es la culpa?

La Organización de las Naciones Unidas, que mantiene una amplia presencia de tropas en Haití, a un alto costo, debería hacer algo más que hablar para enfrentar realmente las cruciales necesidades de la nación más pobre de América.

Acaba de reconocer, en un informe de su oficina coordinadora de acciones humanitarias, que Haití sufre una crisis humanitaria que se agravó tras el terremoto del 2010.

El ataque de una epidemia de cólera, generada según se ha dicho por defecaciones de parte de las tropas de ONU en un río, ha causado la muerte de más de ocho mil personas, y de paso se extendió hasta nuestro país.

Y a esto se suma la pérdida del 98 por ciento de su cobertura forestal, daño que no fue causado por República Dominicana, que a su vez ha sentido los embates de la presión deforestadora ejercida por migrantes haitianos en busca de carbón.

Con permanente caída de su magra producción, a efectos de la erosión de sus suelos agrícolas y la sequía derivada de la deforestación inducida, la situación no puede ser más dramática, ya que a esto se añade que 3 millones de sus habitantes beben agua de mala calidad, lo que genera enfermedades de todo tipo.

Si algún alivio podría considerarse que ha habido, en términos humanitarios, ha de atribuirse a la indulgente política dominicana que acogió a más de un millón de pobres haitianos, a los que les ha dado servicios gratuitos de salud, acceso a trabajo remunerado, a las aulas de sus escuelas y universidades, sin ejercer el rigor de sus leyes migratorias, entre otros muchos beneficios que huelga citar.

Ahora la ONU dice que toda esta situación de crisis se ha agravado por las repatriaciones de haitianos ilegales desde República Dominicana. ¡Cuánta injusticia!.

Tratando de dorar la píldora de su propia incapacidad para dar respuesta a esta crisis, la ONU anuncia que promoverá una campaña internacional para recaudar dinero y ayudar a Haití.

Talvez lo primero que debio sugerir fue que Haití no dispendiara 8 millones de dólares para montar un festival folclórico en sus derruidas calles cuando todavía hay urgencia por dotar de casas a miles de damnificados del terremoto del 2010 y dar comida, salud y seguridad, además de una vida digna, a sus desafortunados ciudadanos.

Es mas cómodo, por lo visto, imputar a República Dominicana culpas que no tiene en el origen y evolución de esa crisis humanitaria que aceptar el enorme peso del fracaso que ha tenido su presencia en Haití, más con tropas que con ayudas reales, como las que le hemos dado, en forma abundante y continua, para que los vecinos alojados aquí escaparan de esa tragedia y pudieran mandar remesas a sus compatriotas allá para subsanar la desproteccion a la que han sido sometidos por sus propios gobiernos.

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