EDITORIAL
La actividad política “viral”
La ley de partidos políticos, en discusión desde hace años, tiene muchas virtudes. Talvez por eso es que aún se mantiene atascada.
Con ella quedarían establecidas reglas nuevas para que la actividad política partidaria quede inmunizada frente a prácticas muy tradicionales que han tenido como resultado el progresivo descrédito de ese ejercicio.
Trátase de delinear un nuevo marco para asegurar la transparencia en materias tan importantes como el manejo de los recursos que reciben los partidos legalmente reconocidos por vía del presupuesto nacional o de fuentes privadas, y el montaje, desarrollo y conclusión de sus procesos electivos internos.
La ley también procura desmantelar algunas opciones tramposas a las que suelen recurrir algunas organizaciones políticas para abultar o falsifi car membresías, especialmente en tiempos de convenciones, y para poner fi n al “transfuguismo” de unas fi las a otras.
Si llegara a aprobarse, esa ley podría reglamentar los periodos autorizados para comenzar las campañas electorales que, en el nuevo contexto de elecciones cada cuatro años y no cada dos, como era hasta hace poco, economizarían al país el estrés de los tempranos aprestos para una próxima contienda.
Faltando dos años para la próxima competencia electiva, los partidos políticos se han activado con fuerza y todo indica que a partir de este momento entramos en la fase “viral” de una campaña electoral a destiempo, con todas sus consecuencias.
De ese modo, el escenario queda a merced de la férrea competencia que se nutre de las descalifi caciones y de la demagogia de las promesas de campaña, abriendo espacios a las confrontaciones internas o externas y distrayendo a la sociedad, en general, de sus verdaderas prioridades.
Pensábamos que con el nuevo sistema de elecciones generales, congresionales y municipales cada cuatro años estaríamos vacunados contra esta actividad “viral” de las campañas tempraneras y prematuras. Pero, por lo que se ve desde ya, las cosas no serán así.