Ojalá que vayamos al diálogo, no al corral de los sacrificios

Por una nueva ocasión, Haití y República Dominicana acuerdan volver a la mesa del diálogo para tratar de dirimir los aspectos controversiales que a menudo ensombrecen sus relaciones bilaterales. Si se trata de un esfuerzo sincero, sin celadas o rejuegos de mala fe, pues bienvenido el diálogo. Como este diálogo tendrá la particularidad de que hay más convidados a la mesa, entre ellos el Caricom, que no nos quiere de socio, esperamos que la presencia de estos testigos sirva para garantizar que ambas partes asuman con seriedad este compromiso. Inaceptable sería que el papel de los testigos fuese otro y que de los buenos oficios se pase al de la presión desembozada para que el gobierno dominicano desconozca o invalide la sentencia del Tribunal Constitucional, lo que implicaría una trampa mortal contra nuestra soberanía. No queremos ser pesimistas ni hiperbolizar los riesgos. Preferimos creer que, esta vez, las partes tomarán en serio la importancia que tiene este escenario del diálogo para propiciar medidas conjuntas, positivas, en favor del desarrollo armonioso y la buena vecindad, y para resolver, según sus intereses comunes, los problemas que puedan afectar esa convivencia. Ojalá que así sea. Que vayamos al diálogo constructivo, no al corral de los sacrificios a cantarle el réquiem a la soberanía dominicana.