Félix García y la revolución agropecuaria
??i en el vientre del campo está la mayor riqueza renovable del país, todo cuanto signifique priorizar la producción, la productividad y la industrialización de lo que nos ofrece constituye la mejor garantía para nuestro progreso. Por eso es indispensable darle un vuelco absoluto a las políticas, pasivas o limitadas, que hasta ahora han tenido a la agricultura en un plano de rezago, y de ahí la oportuna propuesta del empresario agroindustrial santiagués Félix García (Felito) para que nos lancemos a una “revolución agropecuaria”. Apoyado en el bagaje de una larga experiencia como productor, industrial y exportador de diferentes rubros, García sabe que aún están intactas muchas claves importantes para el verdadero desarrollo y aprovechamiento de la agricultura y de sus frutos. Y por eso ha propuesto algo que, aunque le llama “revolución”, es en el fondo el aparejo de una política que efectivamente disemine los mayores incentivos en favor del que produce y el que exporta, y que se esmere en una producción de calidad que supere las pruebas fitosanitarias que, a menudo, impiden o retrasan (o en el peor caso, desacreditan) la entrada de nuestros productos a otros mercados. En esos otros mercados enseñorean países que no tienen mayor capacidad que el nuestro para producir y exportar, pero cuyos productores trabajan en un contexto en el que los precios de los insumos, los combustibles, los equipos y la energía eléctrica no son tan gravosos como aquí, y donde gozan de exenciones fiscales y amplia ayuda del Estado. La “Revolución de Felito” --como pudiéramos llamarle ya-- se afinca, justamente, en estos aspectos que deben mejorar, porque con ellos también mejoran otras realidades que nos laceran: si no hay producción sistemática, de calidad, competitiva, bien colocada en los mercados internacionales, entonces hay más pobreza, más éxodo del campo a la ciudad, más delincuencia y más quiebras de productores. Lo bueno de esta “revolución” es que no hay que tirar ni un tiro ni matar a nadie para lograrla.