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Un patriota gigante de la humanidad

Nelson Mandela, el más insigne símbolo de la resistencia contra el apartheid sudafricano, ha rendido su último aliento, cerrando una historia de 95 años de vida marcada fundamentalmente por el encarcelamiento, la aflicción y luego la gloria. Por oponerse al régimen de los blancos, Mandela soportó una prisión de 27 años. Al salir en libertad, en febrero del 1990, una de sus más profundas reflexiones fue esta: “Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido. Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”. Fiel a una filosofía de vida que privilegiaba, ante todo, el sentido de la igualdad, Mandela predicó, desde la cárcel y en la libertad, el mensaje de la paz. Al evocar esos tiempos de resistencia a la segregación racial, recordaba que “lo que saqué fue la habilidad de llevar a cabo una lucha sin violencia, de una forma no violenta, pacífica y disciplinada”. Por su convicción de que “los conflictos pueden, y deben, resolverse pacíficamente mediante el diálogo”, al ser llevado a la presidencia de su país Mandela se convirtió en el abanderado de la causa de la reconciliación y la igualdad, y a él se debe el ingreso de Sudáfrica a un modelo de democracia más humano y más libre. “Me siento influido, como nunca antes, por la convicción de que la igualdad social es la única base para la felicidad humana”. Reconstruir las bases para una convivencia pacífica y productiva entre los africanos, sin distinción de color de piel, y pulverizar otros prejuicios que hacían del apartheid una figura que se encarnaba “en la pistola y el verdugo”, sacó a Sudáfrica de las cenizas de una guerra que la descarnaba y la desintegraba. Premio Nobel de la Paz, hombre de gran corazón y de fe en Dios, a Nelson Mandela lo recordaremos siempre como un excelso e incomparable soldado de la paz, no solo del continente que lo vio nacer, sino del mundo entero.

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