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Las pacas, un negocio difícil de suprimir

Vender ropa usada es una actividad muy generalizada en todas partes del mundo, incluyendo en países como Estados Unidos. Allí el Ejército de Salvación, por ejemplo, posee tiendas para vender atuendos usados a bajísimos costos con el propósito de destinar esas recaudaciones a obras de bien. En nuestro caso, el negocio no tiene esos fines, sino el lucro de aquellos que se dedican a importar las pacas y a vender sus mercancías en un mercado que, no obstante estar caracterizado por la baratura, es muy competitivo. Cuando se toma una medida para restringir absolutamente esas ventas, es obvio que quienes más se sentirán perjudicados son aquellos que comercializan las pacas y los que compran la ropa, por lo regular gente de ingresos reducidos. Vale consignar que en esos mercados de pacas se encuentran ropa fina, de buena apariencia, que puede resultar satisfactoria para la gente que la necesita y la compra. Si la importación de pacas representa, colateralmente, un riesgo a la salud humana por vía de la trasmisión de algún agente infeccioso y contagioso, entonces lo que hay que hacer es lo que recomienda el presidente Leonel Fernández: buscar métodos de higienización previa a su venta. Aquí puede estar una alternativa a la radical prohibición que ya ha provocado escozor entre los que venden la ropa usada, talvez sin pagar impuestos, y el sector comercial, totalmente opuesto a ese mercado informal porque se siente de alguna manera perjudicado. Que se busque una solución en la que todos queden conformes.

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