La boca del lobo
La falta de iluminación en calles y avenidas de la capital es un mal generalizado y ninguna autoridad logra ponerle remedio. Es un hecho insólito que avenidas como el Malecón, Anacaona, John F. Kennedy, Las Américas, Padre Castellanos, Luperón y otras de gran circulación de vehículos, estén a oscuras porque los ladrones se han robado bombillas y cables. Ha persistido el problema durante varios meses y no hay manera de que los responsables de corregir esta grave anomalía la solucionen y eviten la repetición de los robos. Esta oscuridad desalienta y atemoriza. Inhibe a aquellos que quieran pasear de noche o provoca serios riesgos a la seguridad en casos de accidentes u otros contratiempos. En pocas palabras, es una situación que crea condiciones para el incremento de la delincuencia, en todos los órdenes. Se calcula que faltan unas tres mil bombillas para restablecer la iluminación callejera. Creemos que debe hacerse el esfuerzo para instalarlas y devolver a nuestras calles y avenidas, así como a algunas plazas y parques, el esplendor que les falta por causa de esta deficiencia. Este reclamo se hace más imperativo para el caso de los parques miradores de la ciudad, que se han convertido en una verdadera boca del lobo en horas de la noche, donde se escenifican actos aberrantes y se afianzan como guaridas de delincuentes y criminales.