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Peligroso sesgo de los últimos paros

Es inaceptable que al iniciar un reclamo popular a favor de obras necesarias, los promotores tengan que valerse de bandas armadas para salir a las calles a tirotear a la Policía y obstruir las vías públicas. Ese tipo de acción, vandálica en su forma y fondo, desacredita lo que bien pudo ser un movimiento ciudadano pacífico para llamar la atención de las autoridades sobre obras y servicios indispensables en una sociedad. Es lo que ha ocurrido, desafortunadamente, en Salcedo y en otras localidades donde últimamente se han convocado paros para reclamar al Gobierno la ejecución de una lista de obras de manera urgente. Los que usan armas de fuego y bombas molotov están más interesados en provocar a la Policía para que la sangre corra que en la satisfacción de los reclamos a los que se adhiere el pueblo. Obviamente que hay manos siniestras detrás de todo esto. No puede ser pura casualidad. Frente a las patéticas pruebas fotográficas de encapuchados tirando tiros en Salcedo, la sociedad debe quedar advertida del caracter de las fuerzas invisibles que quieren pescar en rio revuelto, creando una situación de inestabilidad que desemboque en un paro general después de la Semana Santa. ¿Estarán buscando una poblada semejante a la del 84? Los partidos que han ofrecido “apoyo total” a estas huelgas deben deslindar rápidamente los alcances de esta solidaridad, para que no queden involuntariamente comprometidos en una especie de conjura secreta contra la paz y el orden, justo en un momento en que el país necesita reunir todas las mejores energías para enfrentar los desafíos de la crisis económica mundial.

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