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Enfoque

Mario Dávalos

El mes de mayo nos trajo la triste noticia del fallecimiento de un distinguido profesional y amigo. Mario Dávalos, cuya trayectoria lo llevó a desempeñar variadas funciones en la esfera económica, social y cultural, fue un ejemplo a seguir para quienes tuvieron el privilegio de conocerlo. Su agudo sentido de lógica, su voluntad de cumplir con sus compromisos laborales, y su gran capacidad para dedicarse de lleno a alcanzar las metas deseadas, le convirtieron en un componente esencial de las entidades en las que trabajó, siendo notable su fino talento para combinar esfuerzos y laborar en equipo.

Pero esos atributos, tan notables y valiosos, fueron superados por las virtudes de su carácter personal, entre las que destacaban la integridad, la gentileza y la honestidad. A ese respecto, no hay duda de que la disciplina, moralidad y austeridad que primaron en su formación jugaron un papel fundamental, pero contó también con el respaldo de su admirable esposa y, más adelante, de sus hijos.

Su disposición para hacer lo correcto le trajo sacrificios y sinsabores. Recordamos su decisión, cuando apenas comenzaba su carrera y comenzando ya a tener responsabilidades familiares, de renunciar a una posición que ocupaba en un organismo estatal en solidaridad con una persona que había sido reemplazada, a su juicio injustamente, pudiendo haber permanecido en su puesto. También recordamos que posteriormente, ya algo entrado en años, cuando la mayoría de la gente procura aligerar su carga laboral, contrajo duros compromisos de trabajo que le requerían viajar continuamente. Y no podemos olvidar que no titubeó en aceptar tareas que consideró importantes para el país, a pesar de saber de antemano que tendría que lidiar con poderosos intereses creados, y que por más bien que cumpliera sus funciones, cosecharía críticas, zancadillas e ingratitud. Hay que añadir que a lo largo de su vida se destacó por preocuparse de lo que le sucediera a sus familiares y amigos, aún más que lo que le pudiera ocurrir a él, razón por la que dedicó mucho tiempo y esfuerzo a entidades de beneficio para la colectividad.

Como consecuencia de ese noble rasgo de su personalidad, quienes en algún momento disfrutaron de su afecto y compañía nunca se fueron de su lado con las manos vacías. Contaron siempre con su apoyo, desde palabras de aliento a gestiones a su favor, sin que ello implicara contraer deudas u obligaciones de gratitud, pues él les ofrecía su respeto, amabilidad, ayuda y comprensión sin esperar recibir nada a cambio.

En nuestra sociedad, la adhesión a reglas de conducta es una virtud escasa. Prevalece la actitud de que los principios son conceptos relativos, modificables según lo aconsejen las circunstancias.

En ese ambiente, no es fácil ser fiel a normas de comportamiento que difieran de las prácticas y opiniones en boga. Quienes lo hacen, no obstante, dejan a sus descendientes y relacionados el tesoro invaluable de servirles de guía e inspiración.