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Debates electorales

En términos económicos, los debates entre candidatos pueden ser comparados con un evento en el que vendedores de un producto exponen las razones por las que el suyo es el mejor.

No es usual en la esfera comercial que los representantes de diversas marcas discutan públicamente las características de cada una de ellas. El mercadeo es por lo regular más indirecto, a través de anuncios en los medios y promociones vía muestras y ofertas especiales. Si se celebra un encuentro, feria o exposición, los vendedores rivales se concentran en sus propias ofertas. Es posible que la publicidad contenga referencias respecto de otros productos, señalando sus alegadas desventajas en cuanto a precios, eficacia, duración o versatilidad, pero no es habitual que esas puntualizaciones se lleven a cabo en el marco de una actividad en la que la competencia pueda responder y, a su vez, hacer resaltar los defectos y limitaciones de sus adversarios.

La gran diferencia, por lo tanto, es que en los debates electorales, aunque no fuesen permitidas las discusiones directas entre los aspirantes, ellos tienen no sólo la oportunidad de expresar sus intenciones y describir sus propuestas, sino también criticar las de los demás y defenderse de los ataques en su contra.

Tanto en el ámbito económico como en el político, lo que reciben los consumidores o votantes, según sea el caso, es información. Con mayor conocimiento acerca de las alternativas de la mercancía que van a comprar, aumenta la probabilidad de que su decisión sea la más propicia en función de sus preferencias. Puede haber, por supuesto, grandes variaciones entre lo que unos y otros desean, pero el propósito es que seleccionen la opción más cercana a sus objetivos.

Dado que el aporte de los debates es información, la magnitud de su incidencia sobre las decisiones depende de qué tanta información nueva ellos suministren, en adición

de la que los espectadores ya poseían. Eso significa que en el caso de los debates electorales, su capacidad para influir sobre el resultado de los comicios es mayor cuando los candidatos principales son menos conocidos, por no haber desempeñado las mismas funciones previamente. En ese sentido, un candidato que desea apoyarse en su desempeño anterior puede enfatizar lo que entiende fueron sus éxitos y logros. Pero si desea distanciarse de sus actuaciones pasadas, tendrá que conseguir que la nueva información reemplace la que respecto a él o ella los votantes ya tenían.

De cualquier modo, los debates incrementan la efectividad de la democracia. Por lo general, tienden a incrementar el interés de los ciudadanos por ejercer su derecho al voto, y facilitan que propuestas evidentemente irrealizables sean descartadas. Es esencial, no obstante, que sean percibidos como equitativos e imparciales, conducidos con altura y con ánimo de revelar fortalezas y debilidades, no de servir como un espectáculo divertido al estilo de los conflictos novelescos presentados en el internet o la televisión.

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