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Distribución y deudas

La concentración del ingreso y la riqueza lleva siglos preocupando a filósofos, economistas y sociólogos en todo el mundo. Su persistencia, a pesar de los programas gubernamentales dirigidos a mitigarla, pone de relieve que de modo natural en los sistemas capitalistas se originan fuerzas tendentes a promoverla y acentuarla, lo cual ha motivado que sean descritos como sistemas explotadores e injustos. Tales fuerzas asumen una especial relevancia en períodos de crisis económica. Así sucedió durante la pandemia, cuando aumentó la pobreza en todos los niveles y se observó un incremento en la desigualdad.

Aunque son en sí mismos deplorables, los cambios en la distribución ocurridos durante episodios de crisis han permitido a los economistas estudiar su conexión con el endeudamiento de la población. En sentido general, la evidencia documental revela que esas crisis tienden a provocar un aumento en la relación promedio entre el endeudamiento y los ingresos corrientes, lo que no es para nada sorprendente, ya que las deudas suben mientras los ingresos van descendiendo. Más reveladoras, no obstante, son las diferencias percibidas entre distintos segmentos de la población en cuanto a la composición de dichas deudas.

A ese respecto, se ha podido constatar que para las familias y personas de ingresos medios y medios-altos, la mayor carga del endeudamiento consiste en el peso representado por préstamos contraídos para la compra de viviendas, vehículos y otros activos fijos, cuya relación con sus ingresos se eleva.

Para los segmentos más pobres, sin embargo, el incremento en el peso relativo de sus deudas se manifiesta principalmente por la vía de compromisos de corto plazo, tales como los contraídos con otros individuos, entidades informales de financiamiento, dueños de viviendas arrendadas, tarjetas de crédito y fuentes similares, por motivos diversos, mayormente vinculados con gastos personales, incluyendo salud, recreación, alojamiento y mantenimiento del hogar.

Eso significa que aunque el porcentaje de las deudas en relación con el ingreso pudiera ser equivalente, la diferencia en el tipo de deudas hace que la posibilidad de consolidación y reestructuración de los pagos sea menor para los segmentos más empobrecidos, lo que añade un elemento adicional en su contra, en comparación con los tramos sociales que cuentan con un más alto nivel de vida. De ahí que las ofertas y facilidades excesivas de crédito abiertas para esos segmentos, frecuentemente incrementen la probabilidad de que sufran graves trastornos cuando sobreviene alguna crisis económica.

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