ESTADOS UNIDOS
Una lluvia de millones amaga con agravar crisis de vivienda en San Francisco
San Francisco, la urbe con la vivienda más cara de todo EE.UU., está viendo cómo este año salen a bolsa varias de las startups con sede en la ciudad como Uber, Lyft o Pinterest, con el potencial de crear una nueva hornada de millonarios que incremente aún más la presión sobre los precios.
Como meca tecnológica mundial, el área de la bahía de San Francisco (donde se encuentra Silicon Valley) está acostumbrada a que muchas de sus empresas crezcan rápido y den el salto a los mercados de valores en busca de financiación, pero lo particular de 2019 es que la mayoría de estas firmas tienen su sede en la propia localidad.
Una población que, por otro lado, experimenta una crisis de vivienda asequible sin precedentes, donde la demanda ha crecido a un ritmo tan superior a la oferta que el precio medio del alquiler de un apartamento de una habitación se sitúa ya en los 3.500 dólares al mes, según los datos más recientes del portal inmobiliario Zumper.
Esto la sitúa como la urbe con el alquiler más caro de todo EE.UU., sustancialmente por encima de la segunda, Nueva York, con un precio medio por una vivienda de las mismas características de 2.750 dólares al mes, y de Boston y San José (California, a 77 kilómetros de San Francisco), donde se pagan 2.480 dólares de media al mes en ambos casos.
Aunque los motivos que han llevado a este aumento tan significativo de los precios siguen siendo causa de disputa política, hay un consenso creciente entre la opinión pública de la región de que la oferta de vivienda no ha sido capaz de seguir el ritmo frenético de aumento de la demanda, aupada por el éxito económico de Silicon Valley.
Así, por ejemplo, San Francisco construyó 16.449 nuevas unidades de vivienda entre 2007 y 2014, la mitad de las 31.193 que habría necesitado en base a la llegada de nuevos trabajadores a la ciudad durante ese período, según datos de la Asociación de Gobiernos del Área de la Bahía (AGAB).
Muchas de las empresas tecnológicas a las que estas personas fueron a trabajar acostumbran a compensar a sus empleados con participaciones en la compañía, de manera que cuando estas salen a bolsa es habitual que sus trabajadores (por lo menos los más antiguos) vean cómo se disparan sus fortunas personales de la noche a la mañana.
La empresa de vehículos compartidos bajo demanda Lyft (el principal competidor de Uber en EE.UU.), por ejemplo, debutó en Wall Street el 29 de marzo y, aunque el valor de sus acciones ha caído sustancialmente desde entonces, la firma tiene una capitalización bursátil de más de 16.000 millones de dólares.
Pinterest, que dio sus primeros pasos en los parqués el jueves, tiene un valor de mercado de más de 13.000 millones y Uber, que saldrá a los mercados antes del verano, está valorada en alrededor de 120.000 millones de dólares.
Estas tres empresas, así como Slack y Airbnb, que también podrían salir al mercado este año, tienen su sede y por tanto la mayoría de sus empleados en la urbe, lo que significa que en pocos meses San Francisco verá aumentar considerablemente la cifra de residentes multimillonarios.
Estas súbitas llegadas de dinero a menudo se traducen -y más en un mercado tan competitivo como el californiano- en inversiones en inmuebles, como indica el hecho significativo de que las principales firmas inmobiliarias de la región lleven semanas compitiendo entre sí para ofrecerse a los trabajadores de las empresas debutantes.
Cuando Facebook salió a bolsa en 2012, el valor de las viviendas en las zonas donde residían sus trabajadores se disparó a una relación de 1,6 % adicional por cada 10 empleados residentes, es decir, si en el barrio vivían 10 trabajadores de Facebook, el valor (y por consiguiente los precios) de las casas subieron un 1,6 %; si vivían 20, un 3,2 %, y así sucesivamente.
Dados los precedentes y los grandes problemas ya existentes relativos a la falta de vivienda asequible en la localidad, el éxito de sus empresas podría convertirse inesperadamente en un dolor de cabeza para los vecinos de San Francisco.