TRIBUNA ABIERTA
Reforestemos con palmeras
La reforestación del país es y debe ser de las prioridades principales de nuestra sociedad y más aún luego de ser declarado “Año de la agroforestería” y peor viendo los cambios climáticos que nos están afectando con las lluvias fuera de los ciclos tradicionales.
Las palmeras nuestras, las endémicas y nativas, incluso algunas introducidas tienen que jugar su papel en la forestación de muchas áreas del país, pero mayor en aquellas zonas deforestadas que necesitan protección de los suelos, las aguas y el medio ambiente.
Palmas criollas o reales Lo importante de las palmas criollas o reales, las canas, los guanos, el yarey, cacheo u otras tienen una gran importancia que trataremos de explicar por cada especie, más aún cuando ellas no tienen quien les escriba o estimule con frecuencia su siembra, cultivo y uso.
En esta entrega, no pretendemos referirnos a las palmas industriales como el cocotero, la aceitera, pejibaye o las datíleras, que también tienen un gran potencial para ser usadas en reforestación.
El bosque artificial más grande lo proveen las plantaciones de la palma aceitera en Monte Plata y Hato Mayor donde podemos y debemos ampliar su siembra.
Nuestra palma real, además que las demás palmeras, nos ofrece una diversidad de usos que van desde sus hojas para actividades variadas como las religiosas, sus racimos para uso de forraje de ganado, la yagua para como envase orgánico de quesos y dulces, además de los andullos de tabaco, pero aún más nos sirve cuando estas mueren o las matamos, para comernos su corazón o palmito, pero su principal uso es aprovechando sus troncos como madera para la construcción y para barriles apícolas.
Las palmas criollas deben ser sembradas por su diversidad de usos y fácil adecuación a muchas áreas del país desde las húmedas a las semiáridas.
Las canas nuestras, tanto las que llamamos de hojas grandes como las chiquitas, criolla o la cubana, nos han servido históricamente para el techado de viviendas rurales y urbanas, como material para hacer petacas, alfombras, macutos, árganas y serones, artesanías variadas tejidas con sus hojas verdes o secas, en tejidos de sillas, mecedoras y otros muebles. Estas plantas crecen muy bien en zonas de montañas, donde la pluviometría es relativamente baja, caso de nuestras sierras, por lo que si estimulamos los canales (siembra de palmas) crearemos riquezas.
Nuestras ciudades o las casas rurales, fuera por su frescor, economía o por carecer de otros materiales, fueron construidas en una gran diversidad de casos con tablas de palmas y techadas con hojas de canas.
El guano El guano es altamente apetecido para hacer una diversidad de artículos que van desde las escobas a las artesanías que debemos estimular y mejorar en su calidad, pues un bolso o macuto, un sombrero u otro artículo artesanal con estas fibras cuestan mucho.
Su agravante negativo es que crecen con relativa facilidad en las zonas semiáridas, sin importar que sea en el llano costero, la media montaña o la mayor altura de las regiones sur y norte del país.
El yarey criollo y el cubano tienen la característica de una fibra más fina para ciertas artesanías como los sombreros y carteras, pero el cacheo para ciertas bebidas aunque su uso implica eliminarlas y no debemos hacerlo si no están en cultivo organizado.
Estas palmas se pueden sembrar y se deben sembrar masivamente en las zonas de montaña que ecológicamente les permitan crecer, pero algunas en los llanos o montañas bajas, como cultivo pleno o en las empalizadas de las fincas.
Todas son de lento crecimiento, unas más que otras, pero todas se pueden sembrar y debemos sembrarlas.