INTELIGENCIA EMPRESARIAL

La empresa: Antítesis de la pobreza

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Jonathan D’Oleo PuigSanto Domingo

La empresa y la gente deben ser las protagonistas del desarrollo económico. Ellas representan la naturaleza real de las fuerzas de oferta y demanda cuya función es distribuir los recursos de tierra, trabajo y capital de acuerdo a su mejor y mayor utilidad. La intervención del Estado se debe limitar a crear las condiciones para el pleno desarrollo de la gente. Lamentablemente esta función ha sido adulterada globalmente con el crecimiento desmesurado del Estado benefactor. Éste, en nombre del bien común, muchas veces amputa el espíritu emprendedor de la gente con políticas fiscales no-rentables y corruptelas clientelares que tienen al Estado en sobrepeso y al pobre sin un peso. El asistencialismo social desbalanceado no nada más atenta contra el bienestar empresarial, sino que en efecto erosiona los fundamentos de la democracia y la equidad del sistema electoral. Esto se debe a que algunos políticos explotan al Estado benefactor para perpetuarse en el poder mientras que ciertos electores venden sus votos a cambio de un beneficio pecuniario a costas del erario. Esta dinámica se traduce en un mercado electoral donde triunfan los mejores favores a expensas de las mejores ideas. Tal cuadro circunstancial es el que, de hecho, alimenta y profundiza una cultura de pobreza que va mucho más allá de lo material y afecta negativamente la realidad existencial e identidad personal de la presente y subsiguiente generación. La empresa, por su parte, no es perfecta. A veces, de hecho, puede ser abyecta y merece ser regulada, pero no estrangulada. Pues cuando su propósito es honrado y no vilmente adulterado la empresa es, indiscutiblemente, uno de los medios más certeros y efectivos para socavar y eliminar la pobreza de la faz de la tierra.

El autor es economista y conferencista.

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