DINÁMICA EMPRESARIAL
La empresa: antítesis de la pobreza
Así como la luz desplaza las tinieblas, la empresa tiene el potencial de reducir los niveles de pobreza. Su incorporación, expansión y efectiva operación puede generar un efecto multiplicador que echa a un lado la carestía y hace espacio para una mejor calidad de vida. Esa realidad la vemos en China donde la liberalización de la actividad empresarial promulgada inicialmente por Deng Xiaoping en 1978 ha sacado a más de 500 millones de individuos de la pobreza. Asimismo podemos observar la relación negativa entre emprendimiento y pobreza en Venezuela. Allí los síntomas de pobreza fueron disfrazados por varios años gracias a los petrodólares y la política clientelar-paternalista del extinto presidente Chávez. De hecho, el porcentaje de la población venezolana viviendo en pobreza decreció a razón de cinco puntos porcentuales durante el período 1999-2013. Ese decrecimiento, sin embargo, parece estar revirtiéndose desproporcionadamente ya que su causa inicial no fue fruto de un desarrollo económico real y sostenible, sino de políticas asistencialistas de carácter cortoplacista. Estudios económicos indican que la expansión del Estado benefactor y su concomitante incremento en la tarifa fiscal a las empresas resulta en un descenso equivalente en la actividad empresarial. Aquellos que abogan por la expansión del Estado argumentan que un aumento en las recaudaciones del gobierno le permite al mismo redistribuir la riqueza más equitativamente y así reducir la pobreza. No obstante, si bien las políticas de asistencia social son necesarias en cierto grado, su ejercicio desbalanceado tiende a causar más daños que beneficios. Esto se debe, entre otras cosas, a que las transferencias pecuniarias que emanan del Estado provienen del erario y su distribución a sectores indigentes tiene muchas veces un alto costo transaccional. Esto quiere decir que cada peso que recauda el Estado con fines redistributivos no tiene el mismo peso a la hora de ser distribuido. En otras palabras, el Estado tiene una cubeta con agujeros; cuando saca agua de la cisterna del erario derrama y se bebe gran parte de ella a medida que transporta la cubeta hacia la cisterna del indigente y eso no lo debe aplaudir la gente. El empresario comienza su actividad con recursos a cuentagotas para eventualmente generar rentas que llenen cubetas, cisternas e inmensas represas capaces de extinguir irreversiblemente el fuego calcinante de la pobreza.