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VIVENCIAS ¿QUÉ LEER?

Saussure, cien años después

A principios del Siglo XX, con toda la estela del positivismo científico como armazón, nace la lingüística; pero para existir en este tiempo, debe ser científica, y para ello, su objeto de estudio tenía que estar claramente delimitado. Llega él, suizo formado en Alemania, maestro, con unas primeras publicaciones no muy arriesgadas y escribe: “Curso de lingüística general” 1916, el libro de su vida, o más bien de su muerte, porque se recogió en los apuntes de sus estudiantes y se publicó póstumamente, el que le mereció la admiración de la comunidad académica, aunque algunos plantearon que sus ideas estaban fuera de tiempo. Definió la lingüística y le delimitó su área de análisis.

Ninguno de sus colegas pudo plantear una idea que superara la suya. Benveniste, incluso se atreve a decir que Bloomfield, en 1933, aunque no lo mencionara, coincidía con él.

El lugar de la lengua entonces, en los hechos del lenguaje, debe formular una concepción distinta de ambos. ¿Qué será entonces la lengua?: “El acto individual que permite reconstruir el circuito de la palabra. Supone dos individuos. Este proceso consta de una parte física y otra síquica, una parte activa y otra pasiva”. Pero ya hay que irse del mero hecho individual para irse al social. La lengua aquí no es una función del sujeto que habla, es el producto que el individuo registra pasivamente, nunca supone premeditación.

Entre sus aportes podemos mencionar: la concepción de la lingüística como ciencia, delimitando y definiendo su objeto de estudio a la lengua. También se le debe la reconceptualización de: lenguaje, lengua y habla. Dotando a cada una de un marco de acción dentro de la lingüística. Así también es suya la atribución del carácter arbitrario del signo lingüístico. Todo el que ha transitado la vida académica, se ha encontrado con la terminología de Saussure. Sus conceptualizaciones son casi un sello de nuestro sistema educativo. No es para menos, pues sus postulados le dieron el carácter científico a la ciencia de la lengua. Entender a Saussure ahora ha sido como comprender un anagrama que siempre ha estado ahí, pero que nunca pudimos ver.

Decir que es un buen libro aporta muy poco a la dimensión real de esta lectura. Su esquema organizativo que va de lo simple a lo complejo, culmina siempre en dirección ascendente; lo hace especialmente didáctico y riguroso. No permite al lector perderse un solo detalle, pues cada punto definido se ensambla con el que le sucede para formar al final la sólida cadena que supone una ciencia.

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