Que no sea ir al gimnasio

Que este año la resolución no sea ir al gimnasio, por favor. Que no sea más viajar ni rebajar ni engordar ni tener hobby. Que no sea, oh por favor, tener más seguidores. Que allá, en el Tártaro de nuestro mundo, hay todo un espacio al que no le cabe una más de nuestras resoluciones frías. Que el viejo hueco espera, con ojos aterrados, una nueva manada de resoluciones firmes a dar pasos vacíos. Que perdió la esperanza este mundo nuestro de recibir, en cada primer día, compromisos que puedan servirle de algo. Que para decidir ir al gimnasio están todos los demás 364 días. Que la humanidad no va a sobrevivir con prioridades superfluas. Que necesita de un cambio, pero de uno que venga empujando desde adentro; que vaya raspando el camino desde el centro del pecho.

Que la resolución sea, por favor, estar alertas. No caminar por las calles con los ojos cerrados a quien nos pasa cerca. Que el mundo no sea solo ese que mueve mi propia historia sino ese a donde todos los demás también se hacen camino. Que la resolución sea saber cómo pensamos y no quedarnos callados ante lo que va en contra de nuestra idea de justicia. Que entendamos que el tiempo se carcome los días y que, pues, resolvamos decir lo que sentimos antes de que ya no se pueda. Que hasta con decidir que a partir de hoy sacaremos el tiempo para mirar las nubes ya vamos ganando la guerra contra el fortalecido yoísmo. Que todo lo demás está muy bien y es hasta necesario pero que no merece tener una estatua puesta en la galería de aquel único inicio de un año nuevo entero y aún no consumido.