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Institución

Centro León: Un hervidero humano

El templo cultural, erigido por la familia León Asensio en Santiago como legado a la República Dominicana, continúa su intensa gestión para ofrecer lo mejor a la sociedad.

Diciembre es y no es el mes del Centro León. No se trata de un juego de palabras, aunque el parecido con una paradoja no es una alusión ingeniosa para llamar la atención. Todas las salas y rincones de ese templo cultural, su extenso patio y su salón de actos celebran el último mes de cada año como si recién nacieran. Las ofertas de disfrute masivo, cambian el lema de esta institución que con mucho esmero pensó la familia León para distinguirlo: “Un lugar donde todo el mundo se encuentra”.

El Centro León en diciembre es, además, “un lugar donde todo el mundo disfruta”. Sin volver a jugar con las palabras, esta nueva definición podría derivarse de la experiencia vital, del día a día que a lo largo de los años se ha impuesto como esquema de trabajo para satisfacción de la República Dominicana. No quiere esto decir que el Centro León ha devenido en un lugar para el entretenimiento. Nunca podrá serlo, porque allí el disfrute va de cerca con la superación individual, con la identificación de los auténticos valores nacionales.

Una de las causas de su crecimiento como entidad de vanguardia a nivel continental podría ser la ruptuta con la estaticidad temática y de propósitos originales.

El Centro León comprendió bien a tiempo que no podía ser una institución rígida, netamente “intelectual”, constreñida simplemente para servir las ansias de un público “selecto”. Su gran secreto y la llave de su consagración fueron la pluralidad estratégica en el sentido cultural de la palabra, la apertura a todas las ramas del saber y a inmensas manifestaciones artísticas, folclóricas y recreativas que demandaba la sociedad de Santiago y que bullían en sus calles esplendorosas como muestra de identidad. Una identidad que, nacida como regional, se fue transformando en parte fundamental de la naturaleza del dominicano, para llegar a ser hoy un rasgo nacional insustituible. Allí todos disfrutan y se encuentran porque el único protagonismo lo tiene la cultura.

Apoyar lo mejor El Centro León supo llevar a sus entrañas lo mejor de la cultura de la Ciudad Corazón, sin discriminación de género o propósito. No hay artista dominicano importante o figura representativa del país que no haya sido recibida con los brazos abiertos, con el único interés de que su arte llegara a la mayor cantidad de personas posibles, y se inscribiera en las páginas de su historia institucional.

Su carácter de exclusividad no lo convirtió en un centro cerrado, sino que su valioso equipo de trabajo aplicó la ley de la receptividad para que todo dominicano disfrutara de su manifestación preferida y siempre encontrara, después de cruzar la puerta de entrada, una sonrisa como boleto de recibimiento.

Desde el béísbol hasta la celebración de simposios de trascendencia de los genuinos ritmos populares de la República Dominicana y el Caribe, han tenido su merecido espacio en un lugar que algunos consideraron ingenuamente como “un lujo” para la República Dominicana pero que, con el paso del tiempo esas consideraciones se transformaron en “necesidades”. Es la primera vez en la historia del país que la cultura tiene un espacio de lujo, a la altura de su importancia y universalidad. Y esto no solo merece aplausos, sino respeto.

Esa sonrisa se multiplica en los rostros que cumplen la otra gran misión de la entidad: la visita a instituciones, el encuentro con artistas internacionales y de otras regiones del país, y la promoción y apoyo a actividades de embellecimiento de las fachadas de barrios periféricos y de múltiples centros escolares.

(+) UN AÑO ENTRE EXPOSICIONES Y ACTIVIDADES CULTURALES Diciembre Entre belenes, cervezas, conciertos y exposiciones temporales cierra el Centro León un nuevo año de éxitos. Todo eso se ha inaugurado sin tener que clausurar sus exposiciones permanentes.

Por eso diciembre es el mes: una sola visita no es suficiente para que el parroquiano atesore y disfrute de sus rituales. El ojo escrutador va de una sala a otra, camina por el patio, disfruta la exquista exposición de la Cervecería Nacional Dominicana, almuerza, revisa el aviario, descansa, disfruta proyecciones de películas y conciertos en vivo y hasta adquiere regalos exclusivos en su tienda.

Todo esto confluye y reverbera la ciudad, el país. No hay otro sitio en el Caribe insular con eventos paralelos de dimensiones propias, estelares y renovadoras que acontecen bajo un mismo techo.

El 2015 es una nueva consolidación del legado de una familia exitosa que, como la León, supo a tiempo la necesidad de invertir recursos en favor de su país, en su caso, en el sector cenicienta: la cultura. Nada mejor que la virtud. No es lo mismo “gestar” que “gestalt”. El Centro León no vive a flor de piel, sino que su huella imborrable es Patrimonio Nacional.

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