Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

SENDEROS

Vidas atormentadas en redil de Jesús

Avatar del Listín Diario
Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

¡Oh mi Jesús! ya sé por qué me amas y yo a ti también. Cuando naciste en un pesebre, rodeado de animales. Yo mi corazón cerré, con mis animales deseos. Cuando en tu infancia, con polluelos jugabas, yo con infantiles placeres me deleitaba.

Tú te diste al mundo por sus dolores y pecados, yo en cambio al mundo con placeres me entregaba.

Tú predicabas del amor, del perdón y humildad que transforma el alma. Yo transformaba tu amor y con arrogancia, con castigo a mi hermano humillaba. Enderezas el camino para llegar al Padre. Yo con egoísmo, el camino de justicia bloqueaba.

Te coronaste con espinas.

Yo, con gloria de adulación me coronaba y con espinas de maldad, a mis hermanos lastimaba. Por mi abriste tus brazos en cruz, para crucificarte.

Yo mis brazos extendí, para de ti, apartarme. Dijiste, ‘‘perdónalos porque no saben lo que hacen’’. Yo con expresión de odio, a mi enemigo su perdón negaba. Tú moriste por mí. Yo negándote, te sepultaba.

Y con estas contraposiciones entre tú y yo, ¿qué queda de mí?, angustia, desolación, dolor, cansancio y tristeza.

Y al resucitar lleno de amor, apareces, diciéndome: “Venid a mí los cansados y afligidos y yo les daré descanso”. Y a este llamado culpable me siento y me arrojo a tus pies arrepentida y tú con pequeñas caricias de amor de madre me susurras, “no llores hijo mío, te amo, y por amor, hasta el final de los tiempos contigo y vosotros estaré”. Y curiosos algunos devotos preguntan ¿quién es este?, que del Señor lágrimas brotan.

¿Acaso Señor, no intuyes lo pecadora que es?, y dulcemente respondes: ¿quién de vosotros que teniendo cien ovejas, y una se le pierde, no deja las noventa y nueve y va a su rescate?, ¿qué pastor de rebaño fuera este, que no siente amor y nostalgia por la oveja perdida?, y es por esto que esta hija estaba perdida y la encontré, gimiendo por sus errores, sus heridas curé y al redil de mi amor, al fin la llevé.

De nuevo le digo: Jesús, ¿cómo siendo contraria a tus mandamientos, puedes dar tanto amor y perdón?, y con cariño de hermano me dices: “Has olvidado acaso, que a quien mucho se le perdona, mucho ama, y tú no puedes ser diferente a estos reflejos de mi amor”.

Y sintiendo ese toque que despierta del letargo a ti me entregué, descubriendo cuánto te amo y a tu servicio con devoción me pongo. Para amarte por siempre, con anhelo de servir te pregunto ¿que puedo hacer que sea digno de ti? Hoy más que nunca te amo, y busco continuamente tu luz, tu amor y tu calor.

¿Dime Jesús entonces, qué quieres que haga por ti? Y dulcemente me respondes: ‘‘Ámate. Que amándote amarás’’.

Tags relacionados