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Karma: cosechar la siembra

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Esta ley de Causa y efecto (atracción y retroacción) surge de la intimidad con Dios. Si se observa cómo se desenvuelven los ciclos de vidas, existiendo patrones repetidos en todos los niveles o planos de la conciencia, se podrá entender dicho proceso, que se le hace aclaratorio a todo hombre. Cuando se dice karma, se genera un sentimiento de temor, pues se cree necesariamente que esta implica castigo. En el orden de la vida en conjunto, significa esta rectificación y modificación de los actos generados voluntarios o involuntariamente en el de desarrollo de las actitudes del alma, en sus repetidas encarnaciones. Esto parecería un juego, sin embargo, el proceso kármico se representaría como caída y resurgimiento por los efectos o resultados de errores y violaciones que presionan siempre al crecimiento; no obstante haya o no reincidencia de la causa. Se dice: “Que la causa se puede ocultar, pero los efectos que se derivan de ella se hacen relevantes y notorios”.

Dicen los entendidos Maestros que en Dios como Principio, se generó un pensamiento: Creación, expansión, manifestación y retroacción. Al observar detenidamente, esto contempla un “Día Cósmico de vigilia y Sueño del Señor”, y cuando despierta a otro día cósmico deberá repetir o perfeccionar lo manifestado o creado anteriormente, pues todo se encamina a la perfección. Por tanto deberá el principio mismo sujetarse a esta ley, pues tiene plasmado en sí, el patrón de la evolución creado por ÉL. Es obvio que EL no tendrá consecuencias, porque El es la Omnipotencia y la Ley misma; pero la creación sí deberá ajustarse a los cambios que cada Día Cósmico obliga a su desarrollo hacia la perfección, con arquetipos que son presentados a las Jerarquías, responsables en la Economía Divina de crear modelos o diseños a exhibir. Aunque ha de entenderse, que este programa sugerido por la ley es igual en todo proceso de existencia en los universos y su conjunto planetario y sideral. Por cuanto esa misma ley genera armonía y equilibrio en todo el conjunto.

Toda evolución está sujeta a esta ley, la cual en su intimidad proyecta el armónico ritmo de atracción y repulsión, que no es más que el Big Bang, vibración universal del caos inicial que generó la manifestación y la vida del gran sueño o ilusión cósmica en la gran Mente Creadora, Dios. Hay un ejemplo simple que faculta para comprender esta abstracción, y es que cada individuo durante el día es activo, creando proyectos con objetivos definidos; luego al caer la noche asume el estado pasivo o de reposo, quedando consciente durante el reposo. Sin embargo, al despertar al nuevo día, retoma el rol de su vida suspendido por el sueño nocturno dando continuidad a su quehacer o desarrollo. Por tanto, se expresa con esta gráfica ordinaria lo que acontece en la intimidad del Gran Día Cósmico. Parecería coincidente, que este proceso se repite también en toda la naturaleza, siendo más patente en los períodos de las estaciones, con expresiones manifiestas de sus íntimos patrones o diseños de evolución (nacimiento y muerte) (primavera e invierno) representando día y noche de su espectro memorial, del patrón inicial dado a Devas, Elementos y Elementales quienes en armonía y obediencia manifiestan la plenitud y belleza del Cosmos. Como realidad última, es importante recordar la máxima esotérica que expresa con indulgencia: “Que el desconocimiento de la Ley, no redime del efecto de la causa”.

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