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REFLEXIÓN

Lo nuevo comenzó

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Teresa Valenti Batlle M.C.J.Santo Domingo

Me fijaré en la lectura de Pablo y en el Evangelio. Quien está en Cristo nada tiene que ver con el viejo mundo, dominado por el pecado y la muerte. Se entiende por criatura nueva la que ha tenido una transformación personal.

Pablo se mueve desde lo más profundo de su corazón. No es un exaltado, ha recibido el don del Espíritu, y se vivencia lleno de fe y esperanza para proclamar lo que cree. Quien está en Cristo nada tiene que ver con un pasado muerto, obsoleto y sin futuro. Lo nuevo es “abrir las ventanas para que entre aire fresco” (Juan XXIII). Lo nuevo es arriesgarse, dejar que entre el viento que golpea fuera en las ventanas. Lo nuevo es perder (aparentemente) para ganar evangélicamente. Lo nuevo hace avanzar el Reino, porque nos descoloca de lo de siempre para dar respuestas nuevas al tiempo en que vivimos. Las preguntas pueden ser las mismas pero no las respuestas.

El Evangelio de Marcos nos sitúa junto al lago. El evangelista plasma en un relato las tensiones que se dan en las primeras comunidades, entre los que no acaban de dejar la mentalidad del judaísmo y los que han abrazado la fe desde el mundo pagano. Jesús sube a la barca con sus discípulos, se hace el dormido y empieza la tempestad.

Los discípulos tienen miedo, son cobardes. ¿Por qué tenéis miedo? “Se quedaron espantados”. Jesús da órdenes a una naturaleza encrespada ¡Silencio. Cállate! Orden contundente, eficaz, palabra con poder: “El viento cesó y vino una gran calma”. El hecho sumió a los discípulos testigos del mismo en el desconcierto. “¿Pero quién es éste? Hasta el viento y las aguas le obedecen”. Les llenó de espanto, miedo y terror: el temor a lo divino, ante lo que hay que alejarse para poner a salvo la propia vida.

El Dios que perciben los discípulos a través de Jesús, más que atraerles les asusta. Es un primer paso para la fe, pero no es todavía fe. Y no lo es porque Dios no es percibido ni vivido como Buena Noticia. De ahí el reproche de Jesús: ¿Aún no tenéis fe?

Me pregunto: ¿cuáles son mis reacciones ante fenómenos que nos narra la Palabra de Dios? Tengo fe en Dios cuando deposito en Él mi confianza total, si me dejo sorprender por Él en lo cotidiano, lo positivo o negativo que me llega. Si lo recibo todo como gracia y sé integrar lo acontecido, parece que mi fe no es floja pero le digo al Señor: ¡Jesús, aumenta mi fe!

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