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REFLEXIÓN

Jesús va más allá

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Teresa Valentí Batlle M.C.J.Santo Domingo

Visualizamos la escena. Jesús cura a un leproso, se conmueve interiormente, se le revuelven las entrañas al verlo de rodillas, va más allá, se le acerca y le toca con la mano. Rompe las reglas. Las normas religiosas excluían del culto y de la convivencia familiar y social a diversos enfermos y deficientes, disfuncionales, considerados impuros. Se creía que su impureza podía contaminar a quienes los tocaban o se dejaban tocar. Ese “tocar” de Jesús manifiesta que la impureza mayor es abandonar a los enfermos, no acercarse a ellos ni tocarlos y menos entablar una relación familiar o social. Jesús irrumpe en la vida de los débiles de una forma genuina. Hoy tenemos una buena referencia con Francisco, él abraza, acaricia y devuelve la alegría a los intocables, los mismos que en tiempo de Jesús. Los gestos de Francisco hablan claro de una ruptura de leyes que no favorecen la dignidad humana. La súplica confiada del leproso encuentra en Jesús una respuesta cariñosa, de cercanía y también verbal: “¡Quiero, queda limpio!”. ¿Qué nos dicen los gestos de Jesús? Somos conscientes que Él nos invita a encontrar caminos de respuesta para que en nuestro ambiente no haya sufrientes o moribundos de por vida? ¿Dónde expresamos la ternura y la misericordia? Dentro de unos pocos días nos adentraremos en un tiempo especial, para roturar caminos nuevos que sean respuesta a lo que Dios espera de nosotros. Cuaresma, tiempo de discernimiento, oración y solidaridad con los necesitados, empezando por los más cercanos. Este tiempo litúrgico nos ofrece una maravillosa ocasión para descubrir la dimensión real de nuestro desprendimiento, entrega tierna y amorosa que pide el Evangelio. No vivamos la Cuaresma de un modo masoquista. Esta no es la intención de la liturgia cuaresmal, que nos orienta hacia la Pascua del Señor, triunfo de la vida sobre la muerte. El primer día de la Cuaresma se lleva a cabo el gesto simbólico de la imposición de la ceniza; así recordamos nuestra condición humana, limitada y pasajera. A la luz de la Biblia la aventura humana adquiere su verdadero significado. Por la victoria de Cristo en la cruz la humanidad fue redimida. Este es el mensaje optimista que la Cuaresma propone cada año al cristiano. La ascesis individual que cada uno de nosotros se impone en este tiempo, debe llevarnos a una participación más equilibrada en los bienes que nos ofrece la vida.

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