Un camino plagado de signos

Muchas veces la vida nos lleva hacia caminos que nunca jamás pensamos podríamos transitar, verdaderos senderos llenos de confusión, desorientación y muchas veces, desamor. Pero, por más que vayamos de un lugar a otro en la ruta de nuestra existencia siempre sabemos que no estamos solos, que en un escollo del camino o en algún bache en la calle se nos da el aliento para seguir y sentirnos más fuertes que antes de la caída. La decisión de levantarse y seguir no es fácil, es un camino lleno de dudas, aciertos y desaciertos, los cuales muchas veces nos hacen tomar decisiones que pensamos son correctas para después darnos cuenta de que no lo fueron, o que sí fue la mejor decisión que pudiéramos haber tomado. Nunca debemos ser muy duros al juzgarnos o al juzgar a los demás, ni tampoco muy indulgentes, porque cuando hacemos peso en los extremos de la barra se rompe; justo donde deberíamos estar nosotros es en la mitad, en el deseado balance de nuestras situaciones y decisiones, pero en ese ir y venir de dificultades y compensaciones, en ese recorrer el camino andado una y otra vez, hay alguien que nos dice que en todo mal hay un bien oculto y en todo bien un mal oculto, es la ley del balance. El Señor nos enseña el camino menos doloroso que debemos tomar para llegar a donde queremos ir, y muchas veces somos nosotros que no vemos el camino con claridad. Pero, mientras encontramos la luz hacia el camino que queremos llegar, ese trecho que muchas veces vemos a oscuras o en neblinas, está plagado de señales y avisos que nos enseñan las lecciones que debemos aprender, para que al retomar el camino estemos seguros de que al encontrar el primer hueco no nos saldremos de la ruta que es nuestro destino. Cuando no vemos o entendemos las señales que el Señor nos envía siempre podemos pedir ayuda, recuerde que tiene tres ángeles a su disposición las 24 horas del día todos los días de su vida, sólo y especialmente para usted, aunque hay millones de ellos que nos podrían prestar ayuda. Nunca olvide de dónde viene para que no olvide hacia dónde va. El camino está plagado de signos que muchas veces no sabemos interpretar o creemos no están bien, pero tengan fe en sus decisiones porque todos tenemos la capacidad de poder recordar el presente, y siempre consulte a su corazón sobre la ruta a seguir, este nunca lo defraudará, pues es el lugar donde Dios posa sus respuestas y Él nunca yerra. Por último, el futuro es un hecho que no varía; cambia el camino hacia ese hecho.