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SENDEROS

¿Cuándo y por qué hay soledad?

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Cuando hay soledad interior se enferma el alma. Por consiguiente, muchos entienden que el mejor remedio es internalizar en su naturaleza en procura de ayuda profesional. Y entonces aprender a administrar de forma objetiva y consciente los aspectos que la inducen a manifestarse. La soledad en el Ser es de extrema preocupación; porque sin apenas darse cuenta cae en un limbo, que muchas veces ocurre por estar transitando la vida por senderos paralelos a Dios. Creándose por consecuencia, un vacío existencial en donde no hay estímulos para desarrollarse con normas y reglas, enmarcadas en conductas humanas espirituales que den sentido a la vida. Es sabido, que esta soledad silencia en forma incorrecta todo el interior del Ser que con ofuscación lleva frecuentemente a concurrir de modelos de gozos y alienantes vicios para aturdirse. Y consecuente con esto, elige compañías no correctas para sentirse acompañados. Esta condición hace que se recuerde un dicho muy popular que dice “que no hay peor soledad que la que se vive acompañada…”, cuando quien acompaña es absorbente, con insanos y malintencionados sentimientos. Otras veces se apar- tan de los amigos sanos, estimando que no les llenan sus expectativas; porque más que aquello, existe una depresión escondida y enmarañada en la psiquis. Por tanto, y como la base de este tipo de soledad comprende no conocer de Dios, de su Naturaleza y de su prodigioso amor divino; como también, por creerse separado de Él. Es imprescindible entonces buscar un guía u orientador que pueda asistirlo con enseñanzas espirituales para la sanación del alma. Ayuda también leer libros de alto contenido moral y espiritual que den motivación a que se despierten sus inherentes potencialidades divinas, y con ello las actitudes correctas. Las que por esta condición anímica, se acomodan durmiendo junto a la cama de una triste soledad interna. Es entonces, que cuando se busca y se encuentra a Dios con legítimo deseo de conocerlo y vivir en y con su amor, esto hace que el ser se desintoxique del sentimiento amargo que da sentirse solo. Asimismo, se aísla por demás, del sentido de la triste soledad que lo acompaña. Por cuanto Dios lo llena todo. Luego, como una catarsis de imprevisibles emociones, se puede tener pláticas comunes, corrientes, y de tierna complicidad con el Padre-Madre y amigo Dios en forma de oración. Esto permite de igual manera, adquirir la esperanza de un renacer y nueva vida cargada de exultante y abundante gozo que se rebosa con la ambrosía de su amor divino. Es obvio entender que lo anterior es prioritario e importante; pero a ello se puede añadir como corolario, transitar caminos con exuberante follaje que habla de la belleza de una vibrante naturaleza que expresa su elocuente vida; quien habla asimismo con el viento, haciéndose vehículo del soplo divino –Aliento- y te invita con ello, a que descubras y disfrutes a plenitud de tu ser, de la esencia divina, que como naturaleza virginal en ti se integra.

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