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REFLEXIÓN

Como Pedro, tomemos nuestras llaves

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Carmen Reynoso de PimentelSanto Domingo

En este evangelio denominado de la confesión de Pedro, vemos como ante la pregunta que Jesús le hace a los apóstoles sobre quien creen ellos que es Él, Pedro es quien le responde de una forma categórica y con gran seguridad: “Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo”. Pedro no se acobarda y afirma lo que él cree y siente, está convencido de que está frente al enviado y no titubea en expresarlo. En ese momento el Maestro reconoce que Pedro ha sido elegido por su Padre celestial ya que solo Él puede haberle revelado esa gran verdad. Este es el motivo por el cual le entrega las llaves de su iglesia y el poder sobre ella, Jesús se sentía confiado en dejar como su representante en la tierra, a un hombre de gran fe y valentía. Por esta razón nuestra iglesia lo reconoce como el primer papa. En mi vida he tenido momentos en que he sentido, que al igual que a Pedro, el Señor me ha elegido para misiones diferentes y ha puesto en mis hombros grandes responsabilidades, de forma que también yo con mi ejemplo, mis palabras, mis actitudes, pueda “atar y desatar” las situaciones que otros enfrentan. La fe y la seguridad en que Cristo es nuestro Mesías, nuestro Redentor y Salvador, nuestro apoyo y nuestra guía, me han dado esa fuerza y arrojo que como Pedro, necesitamos para asumir esas posturas y enfrentar esos retos que en muchas ocasiones producen rechazos pero que luego se transforman en frutos agradables a los ojos de Dios. Entiendo que a todo cristiano y más aún a los cursillistas de cristiandad, Dios le entrega una gran llave para que ate e impregne de su evangelio todos los ambientes a los que le toque pertenecer. Al igual que a Pedro, Dios nos ha elegido a ti y a mí para que seamos constructores de su reino y de su iglesia. Recuerdo cuando en mi cursillo me dijeron que Cristo contaba conmigo y yo respondí que yo contaba con su gracia. Mis hermanos, para transformar este mundo solo necesitamos una herramienta, Cristo. Si se lo presentamos a los demás, habremos contribuido a transformar a los hombres de nuestro alrededor, y si transformamos al hombre, lograremos cambiar todo lo que deseamos cambiarle al mundo.

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