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SENDEROS

Fluyendo con la vida…

En la relectura del libro “En el fluir de la vida”, del Rev. Eric Butter-worth, recordé que hace un tiempo tomé una prueba que iniciaba con la pregunta que hoy te hago a ti: ¿Qué significa para ti fluir? El sinónimo en el diccionario nos permite reflexionar sobre cómo nos estamos deslizando por la vida. ¿Lo hacemos de una forma tormentosa, como si camináramos sobre un terreno lleno de espinas?, quizás tristes porque aprendimos que estamos en un valle de lágrimas o nos movemos como un cascabel, llenando cada espacio con su “nota de alegría”. Es importante saber que cualquiera que sea la forma como lo estemos haciendo es nuestra decisión. Podemos elegir estancarnos o fluir con la vida. El filósofo Plotino, citado por Butterworth, dice: “Si fluyes como la vida fluye, no necesitas otro poder.” Pero, ¿qué tipo de poder? Se me ocurre el que me ayuda a no quedarme en el pasado, el que me hace avanzar cada día, en cada situación. Suelo llamar la atención a las personas que dicen: “en mi tiempo se hacía o era de tal forma”, dejándonos ver que aceptan como una realidad que este no es su tiempo. Entonces, ¿dónde están? ¿Dónde se quedaron atrapadas? En la Biblia hay una historia, nos habla de la mujer de Lot, a la que se le había advertido no mirar atrás, no parar en su caminar, pero su atadura a lo que dejaba en el pasado la hizo voltear la vista y se convirtió en estatua de sal. Ese es el peligro que corremos al no fluir con la vida, nos convertimos en estatuas. Nuestro tiempo es hoy, es aquí, es ahora. “Ahora es el tiempo glorioso”. ¿Lo vamos a desperdiciar? Es más fácil mirar atrás y no mirar dentro, conviene recordar “que la vida se vive de adentro hacia afuera.” Significa que todo lo que ves, lo que vives, lo que experimentas, encuentra una respuesta dentro de ti. En mi inicio de estudiante me enseñaron a memorizar, si lo repetía como estaba en el libro obtenía la mejor nota. Hoy, el avance de la educación promueve que los alumnos expresen su conocimiento con sus propias palabras, con figuras, dibujos, movimientos, se les motiva a que sean creativos. El viejo adagio: “No hay nada nuevo bajo el sol”, nos confirma que el mejor pago es para la creatividad. Se nos motiva a estar atentos a la reserva interior que cada uno tiene dentro. Explorar el reino interior en la búsqueda de nuevas ideas. En la trinidad metafísica la idea ocupa el segundo lugar, por lo que, de la mano con la sabiduría infinita nos deslizamos en el fluir de la vida. “La vida no se detiene, prosigue su agitado curso”, decía un locutor popular. Se me ocurre que la vida no tiene un curso agitado, ella fluye. Somos tú y yo los que nos agitamos, porque queremos detener o variar su libre fluir. Así como hemos dado nuestro “consentimiento” mental a la pobreza, la enfermedad, la muerte, debemos dar nuestro consentimiento a vivir en el fluir, apartándonos de los pensamientos que crean tensión, alejándonos de las personas tóxicas, recordando que todo vino para pasar y como dijo San Agustín: “Trabaja como si todo dependiera de ti y espera como si todo dependiera de Dios.”. Bendiciones multiplicadas.

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