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SENDEROS

¡Ángel o demonio!

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Lesbia Gómez SueroSanto Domingo

Ocultos en el fragor del alma, se encuentran viviendo con el hombre los aspectos de “Bien y Mal” (cielo e infierno). Muchos en cambio se empeñan en darles morada física; sin embargo, son los mismos, estados de conciencia. Decía a esto un gran filósofo: “Conócete a ti mismo”, y descubrirás que todo el Cosmos te integra. El Amor te envuelve. El mal como dolor te acosa, te sojuzga”. Por tanto, es esta aguerrida dualidad la que tenemos que batallar de manera consciente y audaz. Para lograrlo, se tienen a mano las enseñanzas que otorgan el conocimiento de las leyes universales, que nos rigen y diseñan el sendero iniciático de conquistas y realización integral del ser. A través de esta lucha es que el hombre manifiesta sus expresiones buenas o malas como adjetivos en sus conductas; y estas son las que pautan costumbres o las acciones en las sociedades del mundo. Se dice además, que las sociedades actúan como la ley de causa y efecto; arbitra y devuelve a sus miembros lo que recibe de sus estructuras psicofísicas; toda vez que lo que mueve a la acción, son las proyecciones de los íntimos pensamientos que emite el hombre sin control, los que se hacen fundamentos de conductas. No pudiendo éste sustraerse de sus marcados efectos, hasta tanto no trasforme sus pensamientos, que presionan y califican los sentimientos en buenos o malos. Ya lo cito el Mahatma Gandhi: “Las grandes luchas se llevan a cabo en el interior del hombreÖ” Y estos aspectos antagónicos son las conciencias superior e inferior que buscan liderar al ser. Aquí se podría inferir con relación a lo citado arriba, que esto se compara a las enfermedades en el hombre; las mismas se incuban y tienen su desarrollo patológico en el interior de su anatomía; que luego se manifiestan en el cuerpo con su correspondiente morfología; que muchas veces, cuando se hace expansiva se convierte en pandemia afectando a la humanidad. Con lo indicado entonces se comprende, que el alegre carnaval o el triste drama que vive el hombre, no son más que las morfologías de los sentimientos y pensamientos que origina dentro, y que se expresan al exterior, haciendo con ello sus respectivas pandemias con mucho dolor y sufrimientos, afectando a todo el conjunto de vida y sus productos. Es entonces, que consciente el hombre de esto, tiene la responsabilidad de libertarse de la trampa que le tiende siempre el ego o conciencia inferior, y enrumbarse a realizar un trabajo interno, descubriendo en sí mismo, que no es el cuerpo, ni la mente, que en cambio es un Ser Divino, a hechura, imagen y semejanza de Dios, donde mora la más alta condición de gozo “La plenitud o Cielo” y es ahí que reside el Ángel de su Conciencia Superior y que por ende, este estado se le otorga a la conciencia que se autorrealizó en el sendero del amor, servicio con obras y con el conocimiento de Dios.

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