PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Analizando algunas medidas de Constantino

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Henri - Irénée Marrou ha enumerado algunas de las medidas concretas de Constantino y su “simpatía eficaz por el cristianismo”. Ya para el 315 aparecen en las monedas los símbolos cristianos y hacia el 323 desaparecen las figuras paganas. Fue iniciativa del emperador el que las sentencias de cualquier tribunal episcopal fuesen respetadas y obedecidas, incluso en materia civil. Constantino reconoció a la Iglesia su capacidad sucesoria, financió la construcción de varias basílicas, como las de Letrán, San Pedro y la de los Apóstoles (hoy San Sebastián), en Roma, el conjunto del Santo Sepulcro en Jerusalén y las Iglesias de Constantinopla. Desde el 318 habían quedado prohibidos “los sacrificios privados, la magia, y los auspicios en el domicilio de los particulares”. Constantino educó a sus hijos en el cristianismo. Los arúspices eran sacerdotes que predecían el futuro examinando las entrañas de animales sacrificados y ciertos pájaros. La Enciclopedia Católica atribuye a la influencia de Santa Elena, madre de Constantino, la edificación de varias iglesias en Palestina, concretamente, una cerca de la gruta de Belén y la otra en el Monte de la Ascensión. Una antigua leyenda atribuye a Santa Elena el hallazgo de las tres cruces, la de Jesús y los dos ladrones. En la Iglesia antigua se celebraba en mayo el hallazgo de la Santa Cruz.

Como hemos visto en otro artículo, Constantino convocó el Concilio de Nicea en el 325, el Primer Concilio Ecuménico para resolver un problema interno de la Iglesia que creaba una crisis en el imperio. El Concilio fue ecuménico, dado el número significativo de obispos y por la calidad de las sedes representadas. En los inicios del siglo IV, el cristianismo tenía tal peso, que el Emperador Constantino no podía dejar que se dividiera, sobre todo en aquel momento en que los bárbaros amenazaban las fronteras del Imperio.

Henri-Irénée Marrou, señala cómo el poder imperial aparecía como “una imagen terrestre de la monarquía divina”, la “manifestación visible de Dios sobre la tierra”. A Constantino se le exaltaba como el “piadosísimo” y “amado de Dios”. Los teólogos le atribuyeron una especie de poder “episcopal” sobre todo el imperio y una dignidad igual a la de los apóstoles. Ahora bien, todo sucesor de Constantino apartado de la ortodoxia [de la fe recta, la profesada por la Iglesia] fue señalado como de “tirano, perseguidorÖ precursor del Anticristo, esbirro de Satán”. Ni la violencia usada por Constantino para determinar su sucesor, asunto que le obsesionaba, ni su bautismo tardío le restaron nada de su apoyo al cristianismo.

Este apoyo tendría enormes consecuencias. Fijémonos en tres: primero, el cristianismo pasó a ser una religión de masas; segundo, todo emperador estaría condenado a inmiscuirse en los asuntos religiosos, y eventualmente el cristianismo se convertiría en la religión oficial. El emperador Teodosio desterró a los herejes en el 381, y los templos paganos fueron cerrados y destruidos en el 391.

Ahora bien, su apoyo al cristianismo no volvió invencibles, ni a Constantino, ni a su proyecto continuista. Al momento de la muerte de Constantino el 22 de mayo del 337, había más de 5 aspirantes al trono. La noticia de la muerte de Constantino se mantuvo en secreto durante meses. Todos los aspirantes no reconocidos por el ejército fueron eliminados rápidamente. Los parientes del emperador que en ese momento pudiesen aspirar al trono, fueron masacrados sin piedad en septiembre del 337. Se salvaron solamente Galo y Juliano, llamado el emperador apóstata, pues llegaría a gobernar el Imperio como enemigo del cristianismo durante los años 360 al 363.

Constantino ha tenido simpatizantes a lo largo de los siglos. Manfred Clauss (2001) relata cómo Catalina II de Rusia (1762 - 1796) soñaba con que su hijo gobernaría sobre un imperio griego en una Europa libre de turcos. ¡Le puso Constantino!

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