PENSANDO
Pasó la Semana Santa
ecogimos los episodios que son característicos en una Semana Santa: los templos insuflados de fe, queriendo con sus diferentes filosofías reconocer su militancia teológica, expresando el perdón de los pecados en el sacrificio de un hombre que sustentó los valores del ser humano para redimirnos y acercarnos a una vida espiritual que represente la verdadera vida eterna en el espíritu. Vimos que Altos de Chavón fue escenario de la trilogía de los amantes, concentrados en un show lleno de vanidad y matizado por la competencia de pagar un “cover” que significara, más que la calidad interpretativa y musical, un nuevo prurito farandulero que alimentara el morbo de lo que hoy representa un pudor que reniega los auténticos preceptos de la verdadera intimidad. Desde Punta Cana, el mensaje errado a los adolescentes no se hizo esperar, con la presentación de un adolecente canadiense que vendió una vez más la vanidad de una trayectoria que se valora en la medida en que sus acciones se hacen cada día más irreverentes, a lo que es el respeto a los que tienen la responsabilidad de formar a sus hijos en base a principios, en un camino abonado por las buenas costumbres y por la humildad de sus acciones. Las competencias de las visitas a lugares exclusivos siguieron siendo la norma para nutrir las vanidades, ajenas a lo que es la reflexión y la meditación en los conceptos sublimes de la conducta religiosa. Independientemente de las prohibiciones, el alcohol se hizo presente, porque en muchos los vacíos espirituales se llenan con la ingesta de esa bebida capaz de desinhibir y desahogar las carencias del diario vivir. Es propicia pues la ocasión para tratar de ser sabios frente a la ignorancia. El sabio duda muchas veces y cambia sus ideas; el tonto es obstinado y no duda, el conoce todas las cosas menos su propia ignorancia. Sin embargo, una parte de la sabiduría es soportar con paciencia las impertinencias y tener piedad frente a los absurdos. El sabio cultiva su mente con conocimientos; su delicia es crecer y la utilidad de sus labores es la corona de sus triunfos. No hay mejor sabiduría que alcanzar la virtud y buscar la felicidad en el estudio de sus propias necesidades. Hoy, de regreso a la rutina, debemos acercarnos a lo que significa la estabilidad del comedimiento en el ejercicio de nuestra capacidad laboral, de nuestro estado emocional y sobre todo, en el beneficio que nos da la confraternidad entre los que con sinceridad nos dan su cariño. Pasó la Semana Santa. El reto del gran hombre que murió en la cruz está intacto y debemos asumirlo con responsabilidad y con la firme convicción que para llegar al Padre, solo el sacrificio de todos es el camino a la vida eterna.