ORLANDO DICE
Desafío en las calles
DOMINIO DE CALLE.- ¿Podrá el movimiento político de oposición disputar la calle al movimiento social de reclamo? ¿Por qué uno se caracteriza por el auge y el otro por el reflujo? ¿No sería conveniente que fueran de la mano y consignas diversas en cada actividad? ¿Quiere uno interferir al otro por envidia? Las preguntas serían tantas como para llenar un libro de colores, o a colorear, pues sorprende que de un momento a otro, o al iniciarse la Semana Santa, el Bloque de Partidos deje de lado las cartas, los comunicados, las visitas y asuma el esquema de movilización de la coalición Verde. El riesgo está a la vista. Los políticos podrían verse disminuidos, en situación precaria, frente al torrente reiterado de los grupos cívicos, cuya dinámica de calle resulta por efectiva. Supónganse, por ejemplo, que no superen la marcha o congregación de Santo Domingo, o la de Santiago, o la pendiente de San Francisco de Macorís. Lo peor en política es quedar de feo, y sería quedar de feo si los partidos de oposición no desbordan las calles, pues la comparación será inevitable, y ay si no llenan las expectativas…
AHORA EN PATINETA.- No hay duda de que el movimiento político quiere copiar al movimiento social, creyendo que el auge de masas da para dos, o que puede montarse en las olas como si fuera en Guibia. Incluso más. Hacer de muchacho travieso y aprovechar la fuerza de un vehículo en marcha, agarrarse por detrás y arrastrase feliz en su patineta. Que averigu¨en, sin embargo, pues posiblemente no haya humor suficiente. Entre los mismos verdes hay diferencias y muchos no se tragan, aunque se soporten. Entre las muchas historias que se cuentan, hay una que da grima. En una reunión realizada para pasar balance de la Marcha de Santiago, hubo discordia, sin que se llegara a desenlace. Como había interpretado esta columna, el clima en la Ciudad Corazón es más alto que en Santo Domingo. Santiago es más decidido y más claro en su objetivo. En esas condiciones difícilmente se presten a servir de mampara a políticos perdedores, y no solo de elecciones, sino de las oportunidades que se les ofrecen bandeja de plata. Las calles estaban ahí, y nunca las usaron ¿por qué ahora?
AQUELLOS TIEMPOS.- Si se observa el panorama pueden distinguirse cambios en la lucha social o popular o de calle. Antes el movimiento asumía un pliego de reclamo o de condiciones. Y se pedía esto o lo otro y lo demás. Sin dudas que contra la Dictadura Yanqui-Balaguerista de aquellos tiempos, la cosa era mejor. La solidaridad se practicaba en sociedad, y el protagonismo era menor. Importaba movilizar al pueblo, y que una situación de derecha se transformara en una de izquierda. Ahora cada cual se afana por su lado, y los núcleos usan a los partidos de instrumento, y no al revés, cuando fueron arietes contra el poder. Incluso, lo sucedido enseña. Así como se vocean consignas contra el gobierno, también se profieren contra el sistema. Y los partidos forman parte del sistema, y el sistema de partidos se denuncia como perverso. Pensar solo en lo que sería que lo social ande junto y reburujado con lo político, y se levanten cartelones de ofensa y agravio a dirigentes connotados. La vergu¨enza tiene sus límites y no debe exhibirse paralitica. Que cada cual haga su camino…
LOS EX ALIADOS.- En el movimiento social se dice que hay de todo y que la purificación se conseguirá sobre la marcha, como si fuera Camino a Santiago (el de Compostela). Sin embargo, conviene reprender a algunos que se quieren pasar de listos, o que creen que el carnaval continúa y pueden seguir vestidos de “macarao”. Por ejemplo, un dirigente del bloque Opositor quiere lucírsela en las redes, con foto incluida, sin que nadie le replique. Dice que el PLD se mantuvo por años bloqueando la Ley de Partidos y que ahora la quiere por un interés particular. Parece justo el señalamiento, pero no hecho por esa persona. Nadie le pregunta, y de seguro no le preguntarán, dónde estuvo durante esos años que el partido de gobierno bloqueaba la Ley de Partidos. Si le preguntaran, y respondiera, tendría que decir que en esos años era aliado del oficialismo, que ocupaba un cargo en el gabinete, y que nunca hizo nada para desbloquear la Ley de Partidos. Y ese caso no es único, sin buscar mucho, aparecen otros. El Bloque Opositor se compone de ex aliados, que resentidos olvidan su antigua condición…