EN LA RUTA

Muy desafiantes

Que un Plan de Seguridad ampliamente promocionado, donde se incrementan siete mil efectivos y refuerzos militares adjunto a un despliegue logístico y de avituallamiento no haya podido contener aun fuese momentáneamente la delincuencia, indica que faltan acciones por tomar. La vida no es mágica y ningún resultado se obtiene por toque de vara de hechicero, sin embargo hay cosas que deberían producir reacciones inmediatas aunque fuesen por la incertidumbre o el temor. El imaginario popular nos ejemplifica que cuando en una casa sueltan un gato los ratones se repliegan... o por lo menos deberían hacerlo si es que el felino hace honor a su rol.

Sin embargo, y pese a los esfuerzos de las autoridades, que lucen activas y diligentes, los eventos ocurridos durante el lapso del plan, con robos, asaltos y riñas que contabilizan más de 20 muertos y un centenar de heridos, indican que la delincuencia no se ha amedrentado ante la presencia policiaco militar ni al incremento de la vigilancia.

Pareciera como si los antisociales estuvieran aceptando el desafío y dispuestos a no ceder su espacio. Una situación doblemente preocupante que obliga a la implementación de una serie de estrategias y movimientos al margen del Plan de Seguridad para que los resultados sean visibles y sostenibles en el tiempo. La delincuencia es un problema complejo y multifactorial que reclama de soluciones multisectoriales y dentro de las cuales están la implementación de programas focalizados de inclusión social; una buena gerencia policial, la modificación del Código Procesal Penal y sobre todo un sofisticado e interconectado sistema de inteligencia nacional aplicada a la interdicción. Pero no esa inteligencia “emotiva” cuyo principal afán a veces es saber quien se acuesta con quien o que chisme le dijo fulano a mengano por teléfono, o si tal o cual se reunieron, sino aquella de carácter técnica y preventiva, que siempre adelantada permita conocer cosas y activar las alarmas. Es bochornoso ver como muchas veces en las redes sociales vemos casos, situaciones y prófugos que las autoridades ni saben, ni ven, ni pueden encontrar. Urge el diseño de un esquema que incorpore esos y otros factores.

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