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Ley de partidos

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Los vicios y el desorden en el sistema electoral del país -propiciados y mantenidos en el tiempo por los partidos políticos- deberían quedar sepultados a partir de la corriente de reforma que se levanta actualmente y que es sentir del recién designado titular de la Junta Central Electoral, Julio César Castaños Guzmán, y de importantes sectores de la sociedad dominicana. Claro, que si hablamos de la necesidad de un fortalecimiento institucional en todos los órdenes, y esto es sincero y en serio, hay la obligatoriedad de que las conversaciones y acuerdos indispensables para modificar y adecuar las leyes de Partidos y la Electoral a lo que corresponde, deben ocurrir y darse en el marco del Congreso Nacional, la instancia constitucional. Nada de conciliábulos, acotejos o búsqueda de “bajaderos” en la tradicionales” reuniones de aposento”. Por ejemplo, con relación a que los proyectos de reforma presentados por la JCE y varias organizaciones políticas no hayan cuajado y duerman un sueño eterno en el Congreso, hay muchos culpables, no solo el PLD, aunque es el que mas porque con su mayoría lo pudo haber resuelto hace tiempo. La reforma hay que hacerla y es un buen momento para ello, pero cuidado con demagogias o con contaminar el tema, cuando la oposición en un comunicado de ayer, no solo llama “a la movilización de la ciudadanía” a favor de las modificaciones, y expresa que el Presidente de la República y el PLD intentarían, con su mayoría parlamentaria,” hacerse una traje a la medida”, sino que mete de refilón el ingrediente de la Odebrecht y el alegado financiamiento de campañas políticas. Muchas de las preocupaciones planteadas en el documento son correctas, y es lo que hay que hacer para acabar con un relajo y unas prácticas que prostituyen la política y castran la democracia interna en los partidos, pero el asunto es que no se advierte la existencia de un “mea culpa” o de un dejo de arrepentimiento en alguien, sino que en general se prefiere señalar un solo culpable o ver solo “la paja en el ojo ajeno”. No hay dudas de que, como plantea el ingeniero Milton Morrison, que se estrena en la vida partidaria con un movimiento denominado El País Posible, “para transformar el país, hay que cambiar la forma de hacer política”. En efecto, hay un sentir de que muchas cosas cambien.

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