EL CORRER DE LOS DÍAS

La infame muerte de Servet

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

No se trata de un título de novela de Brown, sino de una aventura de vida novelesca donde la muerte acecha los parámetros de una ideología, sobre los que al final triunfa, dejando el rastro de un hombre achicharrado por sus creencias, como tantos del siglo XVI, con ideas nada aceptables para una de las fases religiosas del momento, la que encabezara el líder protestante Juan Calvino.

El periodo que comienza desde los fi nales del siglo XV y termina con el desarrollo pleno del llamado Renacimiento, se caracterizó en buena parte por las guerras religiosas, el odio entre creyentes, las contradicciones, el dominio político religioso de familias integradas al papado, y claro, por el desarrollo de un pensamiento que anduvo entre la ciencia y la teología, entre la magia y la concupiscencia. Dentro de estas vicisitudes, el arte, la ciencia, el pensamiento y nuevas formas culturales emergieron con el desarrollo que se conmovió entre artes liberales y profundas, y la exageración creciente de la vida religiosa ligada, enquistada en zonas de poder tanto familiar como eclesiástico. Michelet describe la quema de brujas, hechas confesar mediante la tortura en esa misma época, contándose centenares durante los fi nales de la llamada Edad Media, y el Renacimiento.

Las Hogueras, fueron un signo de la facilidad inédita con la que el diablo alimentaba el fuego del infi erno, con matera prima surtida por los propios creyentes.

El caso del médico aragonés Miguel de Servet (1509-1553) podría ser un modelo que presenta tres caras de un confl icto común en aquella época: la del científi co, el teólogo, y el creyente. Rostros de permanencia plena en la vida de este hombre En nuestras escuelas, cuando éramos estudiantes de Secundaria y algunos profesores considerados como cultos ahondaban en temas según fueran las preguntas de los curiosos, recuerdo que un profesor de ciencias de vasta información nos habló de Miguel de Servet señalando que había sido incinerado por ser enemigo de la Iglesia Católica y fundamentalmente por su concepto de la circulación de la sangre. Lo cierto es que Servet derivó su ciencia hacia una interpretación de cómo el alma humana entraba al cuerpo al través de la sangre. Puesto que la diástole y la sístole controladoras de la llamada “circulación menor” descubiertas por él eran básicas para el proceso, no habría otro modo de que el espíritu entrase a poblarnos. Sus ideas sobre ello fueron criticadas por sus contradictores, pero de ningún modo fueron las causas que lo llevaron a la hoguera.

Servet abrazó temprano muchas de las ideas de Juan Calvino, cuyo fanatismo religioso y su poder dentro de la línea protestante es bien conocido. Y si la Iglesia católico- cristiana fue incendiaria lo mismo puede decirse de la fanatizada religión protestante de entonces. Pero lo que llevó a Servet a la hoguera fueron sus diferencias con el ginebrino Calvino, rígido seguidor de una Biblia y un cristianismo sin posibilidades de aceptar interpretaciones que no fueran las suyas.

Servet era un seguidor de ideas muy diversas. Le interesaban las ciencias globales, y como hombre del Renacimiento, sus amigos eran conocidas fi guras entre las que se puede citar a Erasmo de Rotterdam y Pico de la Mirándola, ambos críticos de algunas de las ideas fi jas del contexto bíblico que pasaron luego a ser dogmas, como serian el concepto de la Trinidad, el bautismo de aguas a los niños sin todavía sufi ciente conciencia para aceptarlo, razones que Servet desde temprano, usando razones teológicas y abrevando en el mismo protestantismo que Calvino y los líderes de la Reforma argumentaban.

Medico en varios países, hombre de una cultura considerada superior a la de Calvino, con el cual, habiendo sido seguidor disentía luego haciéndose famoso en 30 cartas en las cuales debatió a fondo lo que considero desde una época temprana “los errores de la llamada Trinidad” usando argumentos que removieron los cimientos no solo católicos sino protestantes, echándose de enemigas las dos iglesias.

Si fue desde una época temprana cuando se refi rió a la Santísima Trinidad como un error de lógica, utilizando argumentaciones neoplatónicas.

Lo que desató la ira de Juan Calvino fue el contenido más elaborado del libro Christianismi Restetutio, donde Servet plantea una doctrina que incita a los protestantes y cristianos inconformes a entender el cristianismo de otra manera, le envió al libro a quien fuera su amigo, Calvino, éste comentó que Servet estaba listo para ser juzgado. Servet había ya rebatido las ideas de Calvino en una densa correspondencia que se alargó a treinta cartas. El poder omnímodo del sacerdote padre del protestantismo ginebrino, cuyas creencias rozaban la incomprensión y la incapacidad de discusión le hicieron pensar en el apresamiento de Servet, quien fuera condenado a muerte por hereje, y quemado el 22 de octubre de 1533 en un juicio concurrido y donde Servet atacó nuevamente a Calvino señalando que también acusaba de hereje a su acusador. Las iglesias protestantes del cantón ginebrino, aprobaron todas, la muerte de Servet en la hoguera.

La sangre ha seguido, como en otras quemazones, moviéndose como los astros alrededor del sol que Galileo consideraba razones ciertas de Copérnico.

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