VIVENCIAS
La hora mágica
Julio y Mirtha llegan a su cuarenta y tres aniversario conscientes de su destino. Pero Julio sabe ciertamente que el alma de Mirtha es más ansiosa del propio destino, conoce desde su primer año de casada, que un encuentro podía darle la revelación de su existencia entera.
Por esto, supo elegir, al encontrar otra alma que la comprendiera y la hiciera suya. El corazón de Mirtha tembló desde esa hora mágica ante la expectativa de ese encuentro feliz, pero algo misterioso lo anticipó.
Hasta esa vaga inquietud que reflejaba el presagio del lugar, del día y de la hora.
Y cuando finalmente se realizó el encuentro, la revelación luminosa estaba ya dentro de esas dos almas, que sin percibirlo todavía, ya existía la certeza de las realidades espirituales que eran esperadas inconscientemente.
En ese trayecto de amor, con frecuencia un silencio, una mirada, una palabra, señalaban esos encuentros con un sello inconfundible.
También, a su alrededor, giraban señales misteriosas que era necesario interpretar. Pero llegada la hora mágica, dio la señal de un viaje que realizado juntamente nunca tendrá fin.