ORLANDO DICE
La contramarcha

LA CONTRAMARCHA.- Lo peor que le puede pasar al Gobierno es que realicen una contramarcha a su nombre y en su defensa. El Palacio Nacional pone distancia, y lo hace mucho antes de que se conozcan a los organizadores o se den detalles de la actividad. Los funcionarios con despachos en la Casa de Gobierno están enterados de lo que todavía no se sabe a nivel de opinión pública, ni se comenta en los mentideros mejor informados. El hecho mueve a sospecha, intriga por demás, y lo menos que se piensa es que los promotores tocaron puertas y estas no se abrieron. ¿Podría este movimiento continuar la ruta después que se le negara patrocinio? Al Gobierno le corresponde –en ocasiones– cargar con la cruz de los aventureros, o sufrir derrotas sin ir a guerra, o fracasar en empresas ajenas. El Gobierno tendría mucho que perder y nada que ganar si se produjera esa réplica bastarda. Lo primero sería dar a La Marcha una coherencia que tal vez no tuvo, aceptando que fue una acción contra el Gobierno. Solo contra el Gobierno, o contra el actual Gobierno…
LA PANCARTA.- Una de las muchas pancartas que se exhibieron y que fueron retratadas y publicadas en los periódicos, presentaba fotografías de los tres últimos presidentes y la leyenda --bien destacada– de “¡A la Cárcel!”. Los responsables de ese cartelón no prepararon su material ni participaron en la protesta pensando solo en Danilo Medina y su administración, sino también en las dos gestiones anteriores en que operó Odebrecht. Financiar la contramarcha o prestarle su marca sería asumir como propia, sola y única la culpa de otros. Si la del pasado domingo fue contra la impunidad, la que se avecina, sería a favor de la impunidad. Mayor torpeza no podría haber, y si la actitud de las autoridades fue inteligente, con dejarla hacer, dejarla pasar ¿cómo pueden ahora permitir lo que sería una abierta provocación? Lo que enseñan los manuales de ciencia política, y aconseja la experiencia, es que desde el poder no se agita. Las calles tienen sus rituales, y conviene que estén tranquilas, y que nada las subleve, pues si se levantan, existe el riesgo de que se tornen incontrolables…
EL FRACASO.- Además puede adelantarse el fracaso. La percepción reinaría como en muchas otras situaciones. Si fuera mucha gente, se atribuiría el éxito al uso excesivo de los recursos del Estado. Y si la convocatoria fuera precaria, igual. Se diría que falló a pesar de contar con fondos abundantes. Las réplicas, como segundas partes, nunca fueron buenas. Tampoco conviene dejarse llevar al terreno del enemigo, o improvisar pasos que no se corresponden con su coreografía ¿Qué sentido tiene abandonar el salón para irse a bailar en enramada? ¿Cómo confiarse en un Juan de los Palotes si tiene estrategas de categoría? La cuestión es clara. No solo debe negar patrocinio, que sería dispendio, sino denunciar a estos perpetradores, mucho más que se dice que no son peledeístas, sino perredeístas de abolengo raro. Aunque se les tiene como reeleccionistas, y podrían querer pescar en un río que todavía no está revuelto, pero que podría estarlo a causa de sus propias acciones…
Suscríbete Gratis
Por favor, regístrate ahora para seguir leyendo