¿Por qué Faride fue la más votada?

A principios de los años 70, el profesor Mario Bonetti (una de las mentes brillantes del país) impartiendo docencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, dirigiéndose a un grupo de estudiantes entre los cuales me encontraba yo, nos dijo muy circunspecto, que deseaba darnos una orientación social antes de iniciar el desarrollo de su materia de sociología. Expresó que cada vez que asistiéramos a un evento académico, social, recreativo, político, antes de interactuar con el público, nos tomáramos unos minutos para hacer una evaluación sociológica del grupo presente, que estableciéramos la procedencia social, las diferencias de clase, jerarquía, alcurnia, para poder instaurar un comportamiento adecuado e interpretar los diversos intereses que confluyen en todo agrupamiento humano. Nunca lo he olvidado. En gran medida el accidentado proceso electoral nos deja experiencias importantes. Por ejemplo, ¿cómo se explica que la compra masiva de votos, las manipulaciones más insólitas, las deficiencias técnicas en los colegios electorales, el populismo más rastrero, no haya podido impedir que una joven abogada y comunicadora social, llamada Faride Raful, sin recursos materiales significativos, sin comprar votos en el mercado persa del llamado voto preferencial, sin protectores benéficos del Estado dominicano, haya logrado ser la candidata a diputada más votada en las tres circunscripciones del Distrito Nacional?

La Circunscripción #1 es de las tres divisiones institucionales del Distrito, la que menos pobreza extrema exhibe, aún cuando hay desigualdades espantosas. Esto implicó aunque no de manera absoluta, que la compra de cédulas para torcer la voluntad popular, fuera mucho menor que en otros puntos geográficos del país, donde una parte de los indigentes constituyen un caldo de cultivo, por necesidad y ausencia de valores, como la lealtad a principios éticos, y entrega de su conciencia primaria al mejor postor. Es precisamente diferenciándose por esa rendija social, donde la clase media de la región se volcó hacia Faride Raful. No se pueden comprar votos de manera impúdica a millares de residentes en los nuevos condominios, a una emergente y progresista corriente social integrada a las universidades y escuelas. Faride contó con una base popular partidaria de una lealtad impresionante, lo mejor de los barrios, gente con liderazgos reales, con sentido familiar y de organización social, muchos asociados a juntas de vecinos, parroquias e instituciones de servicio. Haber identificado su naciente propuesta con esos segmentos sociales organizados, le garantizó su votación arrolladora. Fuera quedó el lumpen, la escoria y el lodo social, base de reclutamiento prostituido de la partidocracia más degradada. La percepción de la imagen de Faride como diputada marcó una diferencia vertebral desde un ángulo político de renovación política.

Se trataba de buscar nuevos rostros con capacidad política, con ejercicio intelectual básico, con militancia solidaria y funciones sociales vinculadas al pueblo. Una personalidad de la categoría moral del Ing. José Israel Cuello, a quien nadie puede relacionar con grupos o partidos, cuya solvencia de independencia crítica es conocida, expresó antes del torneo electoral, refiriéndose a Faride y sus aspiraciones a una diputación, que ella representaba algo distinto a todos los demás competidores. Un juicio de esa naturaleza tiene el peso moral de millares de votantes conscientes.

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