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OYE PAÍS

Postrados, no vencidos

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RUDDY L. GONZÁLEZSanto Domingo

Perdonen la disgregación de hoy, pero quiero dejar de lado el tema electoral y dedicar este comentario a un episodio que conturba mi alma, que me provoca mucha tristeza y me llena de rabia.

Hace justamente 20 años, en medio de los días finales de la campaña electoral para los comicios de 1996, la nación fue estremecida por el asesinato del niño, de 12 años, José Rafael Llenas Aybar, brutalmente muerto de 34 puñaladas por un primo y un amigo, de 18 y 19 años de edad.

Esta semana, uno de los dos asesinos, Juan Manuel Moliné Rodríguez, sale de prisión tras cumplir 20 años de encierro. El otro asesino, Mario José Redondo Llenas, primo del niño asesinado, todavía tiene pendiente 10 años más de encierro, pues fue condenado a 30. Nadie, absolutamente nadie, ha podido reconfortar a Doña Ileana, madre de José Rafael, una mujer que ha sufrido día a día, noche a noche, aquel derroche de crueldad contra un niño indefenso y contra una sociedad que lo lloró y recuerda como si fuera el hijo de cada hogar dominicano.

Este último fin de semana viví de primera mano otro episodio que me desgarró el alma, que me hirió en lo más profundo, al compartir el sufrimiento de gente buena, gente honesta, gente que sí representan lo mejor de nuestra sociedad: el horrible asesinato de doña Milagros, la madre, esposa, abuela, vecina, hermana en la fe, de una mujer de la que nadie habla más que las bondades que irradiaba.

La muerte violenta de doña Milagros --madre de mis entrañables José Dantés y Josefina, abuela de mis sobrinos José Eduardo y Mariana, progenitora de Carlos y Arelis y esposa de don Danteóha herido a la nación por la maldad desatada contra una mujer indefensa, incapaz de levantar un dedo contra nadie, ni siquiera para defenderse.

Durante todo el acompañamiento a la familia Díaz, escuché un rosario de episodios de asesinatos, robos y asaltos relacionados con la oleada de barbarie que hoy vivimos, entre los que se resaltan la muerte a tiros del dirigente barrial Enmanuel Muñoz, de apenas 23 años, para robarle $168,000 pesos que acababa de retirar de un banco, y el caso de Jeffry Ditrén, baleado en la cabeza y en estado agónico desde hace días, para robarle un celular. Tres familias destruidas y una sociedad postrada, asustada, aterrorizada, impotente ante una delincuencia que pareciera imparable.

Aunque heridos en lo más profundo, como sociedad no podemos darnos por vencidos. Tenemos que seguir luchando, enfrentar a estos malvados con los mecanismos que tengamos, principalmente con la prevención posible y asidos de la esperanza de alguna acción decisiva, algún día, de la autoridad. Y lo dejo ahí.

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