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La supervisión, el control y el castigo

¿Es o no la seriedad el punto fuerte nuestro? La seriedad, en el presente, es una especie escasa en nuestra sociedad. Un gran número de personas serias se sienten desarraigados y extraños. Decidimos una hora y llegamos a otra. Ponemos un precio y hay que pagar otro. Damos palabra de que sí será y después nada sucede. Decimos que sí y es no; y decimos no y luego resulta que es sí. Decimos que vamos a hacer y a conseguir, y luego nada hacemos, y por supuesto nada conseguimos.

Nos cansamos de pregonar en el día y la noche, durante años, que estamos saneando la corrupción y resulta que gente de ingresos recortados, sin capital propio, adquieren impunemente, a vista de todos, propiedades millonarias. Un doloroso y reciente ejemplo es la vieja deuda con la sociedad que tienen los tres grandes partidos por no enfrentar con sinceridad y valentía los ecos de un malestar profundo que ahora se escucha en las investigaciones que se le siguen a la Oficina de Ingenieros Supervisores del Estado {OISOE}, convertida en piedra de escándalo. Sabemos que la peor pobreza es la ignorancia y la incapacidad para la vida y el trabajo, increíblemente después regateamos los fondos necesarios para una educación que llegue a todos, que sea de calidad y que cuente con preparados entusiasmados y bien remunerados maestros y educadores.

Deseamos que los barrios pobres periféricos no se subleven, y nos empeñamos en mantener a sus pobladores en salarios desesperantes buscando el subempleo. Protestamos con razón el despilfarro de los ricos y nada decimos de algunos pobres que dilapidan fundamentales pesos en ron, barras, juegos y cervezas. Nos inquieta que aumente el crimen y se multipliquen los delitos, para después ponernos en misericordia pletóricas entrando compasivamente del lado del pícaro, del maleante, del criminal; en fin, todos queremos un gobierno firme y en cuanto aprieta un poco, lo llamamos inmediatamente ”Trujillista”.

La verdad es dura, intransigente, rigurosa, íntegra, recia e insobornable. Por tal razón se imponen dos preguntas: ¿Estarían como están las cosas en República Dominicana, si hubiéramos sido todos, si fueramos todos más serios? ¿Saldremos del callejón en el que estamos metidos si continuamos en la inveterada falta de seriedad?

Hay una solución drástica para la falta de seriedad en la administración pública y aun en la empresa privada: la supervisión, el control y el castigo. En fin, la cura la tenemos cada uno de nosotros vacunándonos de civismo y responsabilidad.

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