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Pobreza y seguridad ciudadana

Doris Tijerino, es una colega diputada al Parlamento Centroamericano, PARLACEN; fue comandante del Frente Sandinista para la Liberación Nacional, FSLN, y ocupó la dirección de la Policía Nacional de Nicaragua.

Esta última condición me llevó a preguntarle la razón por la que su país, el segundo más pobre de nuestro hemisferio, es el más seguro de Centroamérica, una subregión acogotada por la inseguridad ciudadana. La pregunta se derivó de la creencia generalizada de que la violencia está ligada, de forma indisoluble, a la pobreza.

Su respuesta se concentró en cuestiones de orden técnico: En la capacidad de una policía revolucionaria que se estructuró desde el mismo seno de la población; en una política de acercamiento a las organizaciones formadas por el sandinismo, los conocidos “comités de defensa”, que han logrado convertir a los ciudadanos en vigilantes barriales que trabajan en estrecha colaboración con los uniformados para impedir que los delincuentes se apoderen de las calles como hicieron en Honduras, El Salvador, y Guatemala, países fronterizos conocidos como El Triángulo de la Muerte.

No quedé del todo satisfecho con la respuesta y comencé a observar que Costa Rica, el otro país más seguro, es más rico que Nicaragua. Veamos, los nica, al 2014, según datos de Banco Mundial, produjeron riquezas por el orden de los 11.8 mil millones de dólares, mientras que los ticos alcanzaron la cifra de 49.5 mm; En el resto de los países de la subregión, los números se comportaron de la siguiente manera: Guatemala, 58.7 mm; Honduras, 19.3 mm; El Salvador 25.2 mm; Belice 1,624 mm; Panamá 46.2 mm y para completar el cuadro de los países miembros del SICA, Rep. Dominicana 63.9 mm.

Pues bien, vistos estos datos nos encontramos con que Guatemala tiene un PIB más alto que Costa Rica y es uno de los más violentos, que Honduras y El Salvador no tienen un PIB tan alto como Costa Rica ni tan bajo como Nicaragua y las cifras de homicidio, en el caso del primero, rondan los 45 por cada 100 mil habitantes, en el país de los catrachos es de más de 100, y en el último, de poco más de 60. Entonces la pregunta inicial cobra fuerza, sobre todo si manejamos la información de que en cada uno de estos países se han puesto en ejecución planes de seguridad ciudadana en la que participan las dos naciones que tienen bajo control la seguridad ciudadana.

Partiendo de lo expuesto tenemos que colegir que no se trata de defi ciencias en los cuerpos encargados de velar por la seguridad ciudadana ni de carencias éticas en el sistema judicial. No, pienso que el asunto está en cómo se distribuyen las riquezas, porque lo que resulta evidente es que allí donde la brecha entre ricos y pobres es más ancha, la violencia se expresa con mayor furia. Y es que cuando el pastel de las riquezas es engullido por unos pocos que exhiben su glotonería frente al hambriento, el que solo alcanza miajas se reciente, y como los pobres son muchos, se convierte en un problema social que no se combate con planes policíacos ni leyes, jueces o fi scales duros.

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