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¡Oremos por la paz!

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MIGUEL ANTONIO FIALLO CH.Santo Domingo

En estos meses en que nuestro destino como Nación independiente se ve amenazada de una manera directa, precisa y planificada...

¡oremos por la paz! La profunda indignación de un pueblo no obedece semáforos y a veces degluta el raciocinio.

La impotencia de una Nación que se ve desprotegida de quienes deberían cumplir la responsabilidad de salvaguardar su identidad histórica, hace que arda en su pecho la llama que despierta al león durmiente del heroísmo viril...cuando el Rey no acciona, el pueblo reacciona...Sin embargo, oremos por La Paz! Se dice que el Conde Saint Germain aconsejó a Luis XVI mediante María Antonieta, que despertara, que atendiese los reclamos de su pueblo, que realizara la corrupción administrativa que imperaba, que nuevos “señores feudales” monopolizaban las riquezas, que diera un giro a su política de indiferencia e irresponsabilidad, que se avecinaba días fatídicos y violentos, que la carga de traiciones y pesadumbre ya el pueblo francés no la soportaba .... El no hizo caso, y sobrevino la Revolución Francesa...En nuestro país la copa se derrama, por eso...oremos por la Paz! Somos contrarios a la desobediencia a las leyes establecidas, creemos en un orden no solo nacional sino Universal. Las guerras y convulsiones políticas traen desasosiego y dolor. En la Paz crecen los pueblos, en la Serenidad crecen las almas y desarrollan las potencialidades individuales y colectivas. Por eso ..oremos por la Paz! Estamos solos. Grandes potencias influenciadas por móviles políticos, mercuriales y egoístas, obedecen esos intereses espurios y ya han trazado un plan de fusión con el país vecino.

Un plan cuidadosamente elaborado y planificado con la dedicación y empeño de un alfarero; una obra de arte pestilente y siniestra que como una maligna tarántula negra está creando una madeja que aprisiona la Libertad y la Soberanía. Una telaraña hecha con hilos de calumnias y mentiras; conformada con la viscosa esencia de la hipocresía y la traición… Por eso… oremos por la Paz!! Nuestro benigno gobernante no ha prestado oídos a los que le hemos vaticinado la desgracia que podría avecinarse para la República. Con propagandas mediáticas replica con balas de salva los morteros que pretenden destruir la Patria, por eso como amantes del orden, solo nos resta orar por la Paz!. No una Paz blandengue y pasiva, ¡No! Una Paz militante, activa, resistente, indomable. Una paz con las herramientas de Gandhi y Martin Luther King.

Una frontera permeable donde se deportan cien y entran mil extranjeros es un ejemplo de una diálisis insostenible, y el pueblo lo sabe, lo percibe y lo soporta estoico... Porque el pueblo dominicano ama la Paz... Pero cuidado!... no todos obtemperan a nuestro llamado a una oración por la Paz! ¡Grandes eventos violentos de la historia tienen su sede en una olla de presión que no soportó la agitación reprimida y lanzó el fatídico pito de la descompresión. El humo no solo es vapor de agua, sino también la humareda del fuego del plomo fratricida! La historia pasa factura! Nuestro gobernante debe entender que si la descomposición de su casa es fruto de los trastes de un vecino quien arroja continuamente sus pertenencias...

por mas que arregle su casa, siempre estará desordenada sino arregla primero el problema con su vecino. De no hacerlo así ahora mismo, ( en mayúsculas), en vez de una “silla de alfileres” se encontrará sentado en un trono hecho de rubíes y diamantes, donde en realidad los rubíes serán glóbulos rojos y los diamantes, lágrimas de arrepentimiento! En colaboraciones anteriores pedíamos a Dios que iluminara el corazón y mente del gobernante que duerme envilecido por la ilusión y la pintura subrealista que le pintan sus adlàteres, desconociendo que le rodea un paisaje dantesco por la Divina Tragedia que podría avecinarse. Nuestro legítimo, pero sordo Mandatario,no oye sus nacionales, atrapado y encapsulado por potencias que pisotean nuestra autodeterminación.

Hoy añadimos en la plegaria a Dios, que sosiegue el corazón del pueblo justamente indignado y desesperado, que no encuentra oídos a sus gritos que claman por dignidad, respeto y reverencia hacia su Madre, la Patria! A los enemigos de la Nación Dominicana les decimos que nada ni nadie (mayúsculas inmensas) va a impedir lo que Dios tiene predestinado para esta Tierra Santa! Pierden su tiempo, su batalla está perdida, sus guadañas de barro y lodo se quiebran y colapsan ante la granítica Voluntad de un Pueblo que con una cruz blanca y una Biblia, ondea una bandera tricolor incólume y gloriosa, por encima de los injertos foráneos que intentan socavar su independencia! Mientras la Victoria de la Verdad y el Amor triunfan... ¡Oremos por La Paz!

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