RD y Haití, víctimas de la más viciada politiquería

La peor desgracia sufrida por Haití y República Dominicana no radica en trágicos fenómenos naturales, ni en plagas que periódicamente azotan nuestros cultivos.

Terremotos, ciclones, huracanes, inundaciones, etc. han resultado pesadillas para los dominicanos, citándose a San Zenón, David y Federico, Olga y Noel, mas la tormenta que devastó a Jimaní y otras demarcaciones sureñas.

A casi 7 años del sismo que sacudió a Puerto Plata, munícipes afectados concuerdan en que dicha tragedia no se compara con la gravedad física y moral de la acción depredadora del erario, de fuentes de agua, de riquezas mineras, consecuencias de la llegada al poder de siglas co responsables de una involución de valores con daños irreparables a nuestra juventud.

En Haití, los malandrines y grupos politiqueros son responsables de una desgracia similar, incluso peor en distintos sentidos que la tragedia del terremoto del 12 de enero del 2010.

El gobernante Michel Martelly hizo una mutual politiquera con el rico empresario de trayectoria pecaminosa, Laurent Lamothe, cuando éste ocupó las funciones de primer ministro de Haití.

Para reforzar su equipo de “lobbystas”, Laurent Lamothe reclutó al boliviano Eduardo Gamarra, un conferencista “rankiado” como consejero y estratega político en Miami, Florida. Gamarra había laborado con las mismas funciones con Leonel Fernández, siendo parte del “staff de abridores” de Funglode.

Ese nuevo escenario le facilitó a Eduardo Gamarra presentarse en Puerto Príncipe con el valor agregado de proceder de las altas instancias del poder en República Dominicana.

Entre otros despachos, Eduardo Gamarra trabajaba a todo confort en el penúltimo piso de una torre que se levanta oronda en una calle de rigurosa vigilancia en el polígono central.

En la más reciente Pancarta, se trató sobre los “lobbystas”, especie que actúa igual que los mercenarios en operaciones remuneradas con millonarias sumas de dinero.

Decía dicho artículo: “Hay ‘lobbystas’ que hoy trabajan para República Dominicana, y luego trabajarían pagados por Haití, conociendo lo que se ve, y lo que no se ve de nuestro país”.

Se puede colegir, sin ánimo de perjudicar al “lobbysta”, Eduardo Gamarra, ni a quienes le pagan como consejero, que hay otros expertos que han pasado a lucir la franela haitiana.

Seguimos luego de la pausa.