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El insaciable empuje del oeste

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SILVIO HERASME PEÑASanto Domingo

Más de cien años depués del Descubrimiento de América ya la colonia denominada la Hispaniola había perdido vigencia como consecuencia de las grandes riquezas descubiertas en Sudamérica, especialmente en el Perú.

Para entonces éramos la Isla Española y debimos depender de un subsidio “el situado”, para pagar a los funcionarios del imperio español, porque para en aquel tiempo la isla no producía ni para pagar a sus dirigentes. Ya para fines del siglo XV España era regida por su rey Felipe II, un acérrimo conservador católico, y sólo estaba interesada en las riquezas de plata de lo que es hoy Bolivia, y del oro de Perú.

Un analista sudamericano consideró que la plata enviada a España era suficiente para tender un puente desde La Paz, Bolivia, hasta Madrid. Imagínese usted cuántas toneladas de plata se llevaron.

Ya a fines del siglo XV no quedaba en la isla de Santo Domingo oro suficiente ni para fundir un anillo, pero

a este fenómeno se le agregó el hecho de que barcos mercantes de la Europa protestante, especialmente holandeses, se aproximaban a la Costa Norte, de Puerto hasta la Mole de San Nicolás, para comprar pieles, ganado, casabe y otras mercancías y a su vez vender biblias. Ese fue el detalle que nos fastidió.

Para aquella época la lucha religiosa entre católicos y protestantes sólo tendría parangón en nuestro tiempo con la pugna ideológica de la Guerra Fría entre el capitalismo y el marxismo. Así de extremista e intenso fue. Para entonces los Bucaneros y Filibusteros se habían asentado en la Isla Tortuga, es una isla del océano Atlántico, situada al noroeste de la República de Haití. Durante el XVII fue un bastión donde se recreaban tras las andanzas en su recorrer como piratas o bandidos del mar.

Como ya la isla de Santo Domingo no le proporcionaba riquezas, sino problemas, el absolutista rey Felipe II ordenó que toda la parte norte y oeste de la isla fuera despoblada para erradicar el “cáncer protestante”. Puerto Plata, Montecristi, Bayajá y la Yaguana y con los habitantes de esas poblaciones se fundaron las nuevas ciudades de Monte Plata y Bayaguana.

Pasó el tiempo y vino la época de algunos habitantes de la isla Tortuga cazaban en ese territorio para vender carne a los piratas y se les denominó “Bucaneros” y “Filibusteros” que se aprovechaban de los animales dejados por los desplazados del oeste como consecuencia de la llamada “Devastaciones de Osorio” en el 1605.

Origen de Saint Domingue

Saint Domingue es el nombre con que se conoció el actual territorio de Haití durante el período en que fue colonia francesa. Mientras los franceses más empujaban en lo que terminaría siendo República Dominicana, los franceses más empujaban y es así como mediante el “Tratado de Ryswick” en 1697, cede a Francia un lote de la parte oeste, lugar en el que fundaron la colonia de Saint Domingue que terminaría siendo la más rica y productiva del reino francés.

Luego se firmaría el “Tratado de Aranjuez” en 1777, que cedió más territorio español a la colonia francesa de Saint Domingue y que estableció las bases para lo que es hoy la línea fronteriza. Ya para el 1680 los franceses habían construído Puerto Príncipe en la península más hermosa de la isla que luego sería su capital.

Todo venía viento en popa, una poblacion francesa blanca esclavista y la población negra esclavisada sin ninguna consideración humana, cuando todo parecía estar bien, a los esclavos le llegaron vientos de rebelión y se levantaron por primera vez en el 1798 como consecuencia de lucha contra el régimen esclavista en donde una mula era mas valiosa que un esclavo.

Como resultado de esa Revolución que derribó al régimen feudal y monárquico, fue la brecha aprovechada por los esclavos para capitalizar su primer intento de libertad que fue sofocado a sangre y fuego, pero ya la mecha estaba encendida.

Toussaint Louverture emerge de la lucha y se instituye en gobernador de Haití y luego ocupó Santo Domingo reclamando el cumplimiento del “Tratado de Basilea” en 1795, en el que España cede la parte oriental de la isla a Francia.

Consolidada la independencia haitiana en el 1804 los haitianos incluyen en su Constitución el concepto de que “la isla es una e indivisible”, pero en el 1802 cuando llegó a la isla la legión de Leclerc; una columna se derivó hacia Santo Domingo y ocupó la colonia en nombre de Francia. Era dirigida por el general posteriormente derrotado en el 1808 por Sánchez Ramírez quien dio inició a lo que se conoce en nuestra historia como el período de “La España Boba”. Ya en el 1821 Haití ocupó la parte este de la isla como consecuencia de la llamada “Independencia Efímera” encabezada en noviembe de 1821 por Núñez de Cáceres.

Un persistente empuje migratorio hacia el Este de la isla no pudo penetrar la estructura cultural de la sociedad de entonces y que es la base de la que fue después República Dominicana.

Y pese a ocupaciones del territorio nacional (el gourde haitiano circulaba en la frontera) nunca hubo un control militar desde 1844 y el llamado “Corte de Trujillo” en el 1937 y su posterior política de “Dominicanización Fronteriza” produjo una cultura nacional de rechazo a los valores del “Vudou” y otras prácticas esotéricas frecuentes en la vecina sociedad.

El alud internacional ahora contra la llamada “regularización migratoria”, es un esfuerzo de simpatía con los haitianos que pasará pronto, cuando se observe la política migratoria de Estados Unidos, Bahamas, Colombia, Perú, Brasil, y Ecuador de deportaciones de haitianos ilegales.

Las autoridades dominicanas no maltratan a nadie y ha tenido el cuidado de aplicar una política justa de repatriación en los casos que son necesarios.

wEl empuje hacia el Este de los primeros habitantes del Oeste de la isla, fueron Bucaneros o Filibusteros; franceses, dictadores haitianos o pacíficos agricultores, fue detenida en el 1937 y debe ser ratificada esa rigidez, como lo dejó claramente establecido en su discurso del viernes en Guatemala el presidente Danilo Medina, a quien debemos apoyar y acompañar para establecer con claridad la Indepencia Nacional y los legítimos derechos de este pueblo. Es hora de la Patria, amén de que se debe tratar con generosidad a los ilegales haitianos. Si no lo hiciéramos, cosa que descarto, que Dios no coja confesados porque entonces a la larga perderemos nuestra soberanía. Es así de fácil... Amén.

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