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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Erasmo de Rotterdam

El principal y más resplandeciente humanista de su tiempo fue Erasmo de Rotterdam. Poeta, filósofo, teólogo y pedagogo de la transición entre los siglos XV y XVI (nacido el 28 de octubre de 1467 en Rotterdam), este escritor holandés confiaba, a pies juntillas, en la capacidad de ennoblecimiento de la naturaleza humana por medio del perseverante cultivo de la enseñanza y la lectura. Como sacerdote católico fue partidario de reformar la Iglesia, pero no derribarla; solo quería depurarla internamente, devolverle su fe sencilla y primitiva. Consideraba posible el cristianismo como un género de vida decente, equilibrado y moderado. Su ideal era una reforma de las costumbres, de la conducta moral de los cristianos. Este humanista atacaba a los frailes que, pese a sus conocimientos teológicos, llevaban vidas escandalosas. Estas ideas le ganaron la admiración de muchos eruditos de Europa que, escandalizados, contemplaban las acciones de los papas del Renacimiento. Erasmo y sus ideales tenían, al parecer, posibilidades de éxito. Pero emergió frente a él, hombre de letras, un hombre de acción: Martín Lutero. Entonces estalló la Reforma protestante. Los espíritus exaltados alzaron sus voces. El debate giraba, más que sobre moralidad, sobre teología fundamental. Un hecho revolucionario cambiaría todo el escenario. El orbe cristiano quedaría, durante siglos, partido en católicos y protestantes, papistas y luteranos... Desde su cuarto de estudio, Erasmo siguió clamando por la moderación, por la reforma al estilo humanista y las virtudes filosóficas antiguas. Pero ya nadie lo escuchaba. Este monje erudito no se había percatado del gran acontecimiento histórico que se verificaba a su alrededor, y la reforma que él tanto había anhelado no tuvo lugar. En verdad, el anhelo de reforma en la Iglesia fue válido desde el principio. San Pablo nos recuerda en la Carta a los Efesios: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos; renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

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