DOMINICANEANDO
“Ya la pava no pone donde ponía”
Esta es la voz con la que nuestro pueblo, haciendo uso de esa ruralidad que lleva en su inconsciente, declara orondo que las cosas no seguirán pasando como pasaban. Como muchas muestras del ingenio popular, el doble sentido en su interpretación, en vez de confundir enriquece. De esa forma, “la pava no pone donde ponía” se usa siempre para anunciar un cambio en dos direcciones. Uno que afecta al sujeto de la cuestión, y otro que enfoca las situaciones que se derivan de las consecuencias del cambio. Afirmación. Aclaración. Advertencia airada. Consejo matrero. El dicho nos insinúa un cambio, la ruptura de un mal hábito, o de una forma de proceder. Una variación en alguna circunstancia que beneficiaba a alguien, o perjudicaba a muchos. La “pava” se fue, dejó de poner donde antes lo hacía. “Desasitiada”, cambió de nido porque le “robaban los huevos” o “porque la espantaron”. Igual que decir que: el que mandaba antes y “hacia y desasía” dejó de hacerlo. La “vaina” cambió y no se sabe “dónde están los compadres del compadre aquel”. Se viró la tortilla. Cambio el “chucho”. Se volteó la moneda. Porque todo es hasta un día. Porque nada es para siempre. Porque cuando una cosa se dice es porque quiere suceder o está sucediendo. El secreto de sus acepciones está en las letras del merengue de Tatico, ya sea cuando el merenguero dice “porque ya la pava la desanidan”, o cuando recomienda a “Aníbal” “que cuide la pava”, como para que no le vaya a pasar lo mismo. El refrán también sugiere la justicia, que presupone el cambio, “porque ya la pava no pone a donde ponía” y lo que viene ahora será más conveniente. Sin buscarle la “quinta pata al gato”, el aforismo es mudanza, variación, mutación, revolución, más allá del “quítate tú para ponerme yo”. Un cambio en el “status quo”, donde la alusión de la “postura de la pava” no es más que un pretexto para explicarlo de la forma más simple. Cambio de estado de cosas, en lo político, militar, empresarial o cualquier orden, cuyo remplazo crea nuevas expectativas, nuevas formas de hacer las cosas. Una nueva manera de comportarse, relacionarse o conducirse. Pero también nuevas oportunidades para los otros. Más participación. Más derechos. Más justicia. Más seguridad. Menos prepotencia. Menos abusos. El dicho se vincula a la política, a la necesidad imperiosa que tenemos de que “la pava deje de poner donde hasta ahora ha puesto”, “para tener entonces una democracia más justa. Una nueva forma de hacer las cosas, relacionada con el ejercicio de una ciudadanía responsable comprometida con la nación y sus atributos. Con la honestidad, con la integridad y sobre todo, con la verdad y la solidaridad. Construir una nueva voluntad política normada y orientada por los “intereses nacionales”. Una cosa nueva, no por lo de nueva, sino por lo de seria, solidaria, patriótica, democrática y veras. “De que se puede se puede”. Tenemos que “dejar de amarrar los perros con longaniza”, para que en el 2012 podamos vociferar de voz en cuello que, realmente, “ya la pava no pone a donde ponía”. ¡Hay que volver a Capotillo!