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A DISTANCIA

Pugnas internas en Venezuela

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Adolfo ValenzuelaSanto Domingo

Definitivamente, Venezuela está polarizada. Desde cualquier punto en que se vea la crisis actual, se plantea la medición de fuerzas intensas entre el gobierno de Nicolás Maduro, y los opositores, dispuestos a lograr el derrocamiento del chavismo.

Un gobierno puede deslegitimarse por sus acciones, y parece que la izquierda va cada día por peor camino. Pero, si alguien piensa que, caído Maduro, los opositores vendrán con una “varita mágica” para resolver todos los problemas que sufre el pueblo venezolano, y los chavistas desaparecerán de la faz de la tierraÖ están equivocados.

Saddam Hussein, el supuesto causante de todos los problemas de Irak en años pasados, fue arrestado, condenado y ejecutado el 30 de diciembre de 2006, y hasta ahora, diez años después, Bagdad continúa con muchísimos problemas adicionales internos, y la democracia está demasiado lejana para convertirse en realidad.

Maduro, al igual que Chávez, ha utilizado los mismos medios de la democracia para eternizarse en el poder, y eso nunca ha sido una buena receta.

Pretender mantenerse en el poder con todos los problemas económicos y políticos que carga a cuesta, ha mermado la capacidad de funcionamiento apropiado del Estado.

En su momento, el fallecido líder Hugo Chávez escogió, a dedo, al mandatario Maduro como su heredero político, ante figuras de alto relieve como Diosdado Cabello, para poner un ejemplo, con la esperanza de que la “revolución chavista” perdurara más allá de la existencia física de él, ha resultado en un fracaso.

Ojo... no debemos dejar de lado el hecho de que la derecha, esa que no jugó un papel honrado en el período de las grandes ventas de petróleo, no ha encontrado el camino correcto para ganarse el apoyo de toda esa masa sufriente que sigue aferrada a una esperanza que ya se ha convertido en desesperanza. Las grandes marchas significan que hay mucho descontento de lado a lado: Un gobierno en decadencia, ya sin el apoyo de la Cuba de Fidel Castro, y unos opositores en desesperación, con un amplio respaldo externo, pero sin un liderazgo y una unidad monolítica interna. Pero al final, los venezolanos tendrán que decidir, sin importar cómo, quiénes regirán su destino.

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