COSAS DE DIOS
Como partes, Él te reparte

Una muchacha llena de dones y bondad, pero también con muchas ocupaciones en su vida, se ofrece para brindar un servicio en su iglesia. Lo que le cae encima es un trabajo descomunal que ella asume con responsabilidad y compromiso. Consiste en recortar y pegar mensajes, un proceso laborioso que, para poder adelantarlo, ella recluta personas y, a donde quiera que va, se lleva el material. Así aprovecha las filas en el banco, o los turnos en cualquier lugar, tijeras en mano. De ese modo, el trabajo, que pudo tomar varias semanas, se acaba en una. En la recta final, otros colaboradores también dan de sí y, en cuestión de horas, todo está concluido y perfecto.
Lo que hicieron da sus frutos y los mensajes llegan, prueba de ello son los testimonios que surgen. Pero esta chica, cumplido su deber, solo se retira y continúa con sus tareas cotidianas. No pide reconocimiento, ni paga alguna. Trabajó para Dios y eso es suficiente.
Pero el Señor no se queda con lo de nadie y, pasado un tiempo corto, esta muchacha tiene un testimonio del resultado de aquella labor que hizo de manera desinteresada. Y, además de estar dispuesta a dar este testimonio, también reitera su disposición a trabajar de nuevo.
Suscríbete Gratis
Por favor, regístrate ahora para seguir leyendo